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LA Personalidad- John Welwood
Asignatura: Psicología de la Personalidad
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Universidad: Universidad Diego Portales
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LA PERSONALIDAD John Welwood
“Psicología del Despertar”
¿Camino o patología?
El desarrollo psicológico y espiritual gira en torno a lo que creemos ser y al modo como protegemos
nuestra identidad, el elemento fundamental del bienestar psicológico y de la realización espiritual.
Por más extraño que pueda parecer, tenemos pocas cosas que decir sobre nuestra personalidad porque,
en el momento en que empezamos a cobrar conciencia de ella -habitualmente en la adolescencia, se halla ya
firmemente establecida. ¿Cuál es la relación que mantenemos con esa forma que se ha desarrollado en
nuestro interior? ¿Debemos tratar a nuestra personalidad condicionada como un obstáculo en el camino del
desarrollo espiritual y, en consecuencia -y en última instancia-, como una patología? ¿O acaso -como afirman
ciertas tradiciones esotéricas, no se trata de un error arbitrario sino, muy al contrario, de un hito muy importante
en el camino del desarrollo espiritual?
Si nos diéramos cuenta de las cualidades y la inteligencia que se ocultan en las facetas más rígidas y
neuróticas de nuestra personalidad no querríamos desembarazarnos de ella para alcanzar una dimensión
espiritual "superior" que la trascendiese. En tal caso, las facetas más limitadas de la estructura de nuestra
personalidad nos revelarían todo lo que necesitamos para proseguir nuestro camino hacia la autorrealización, ya
que, al igual que la personalidad, pueden convertirse en una herramienta que nos ayude a cobrar conciencia de
las cualidades más profundas de nuestro ser esencial.
La agresividad terapéutica
Durante toda su infancia. Tara había experimentado una gran falta de afecto y de contacto, y para
sobrevivir había acabado adoptando una actitud dura e independiente que parecía proclamar a los cuatro
vientos: «No necesito a nadie. Yo sola puedo cuidar de mí». Sin embargo -y como siempre ocurre, en una u otra
medida, con todas las pautas de personalidad, tiempo después su desmesurada independencia acabó
haciéndose disfuncional porque le impedía recibir el afecto de los demás, lo cual no hacía sino alentar la
privación y condenarla al sufrimiento.
Poco antes de cumplir los treinta años. Tara ingresó en una comunidad espiritual que consideraba al ego
como un obstáculo para la realización espiritual y que, en consecuencia, dirigía todos sus esfuerzos a
machacarlo. Esa comunidad cultivaba una forma colectiva de bypass espiritual que menospreciaba las
necesidades y preocupaciones personales, al tiempo que trataba de implantar en sus miembros una identidad
espiritual "ideal". Es por esta razón por lo que los líderes de la comunidad adoptaron una actitud agresiva hacia
la excesiva autonomía de Tara que ella aceptó de buen grado, convencida, como estaba, de que sus viejas
pautas eran un obstáculo para su desarrollo espiritual. Pero, en el mismo momento en que renunció a su actitud
distante, perdió también todo contacto con la fuente de su poder, su voluntad y su determinación. Cuando,
finalmente, la comunidad acabó disolviéndose, Tara era completamente incapaz de hacer frente a la vida
cotidiana y se vio obligada a emprender un largo proceso de recuperación para el que necesitó varios años de
terapia.
Para erigir una identidad independiente y fuerte que le permitiera superar las difíciles condiciones de su
infancia. Tara se había visto obligada a desarrollar su fortaleza. Tal vez otra persona hubiera reaccionado ante la
adversidad sumiéndose en la depresión o la huida, pero ella supo encontrar en su interior los recursos
necesarios para seguir adelante. Es cierto que, de ese modo, su identidad se vio amordazada y constreñida,
pero no es menos que la fortaleza era una de sus cualidades más notables. Por esta misma razón, en el mismo
momento en que se sometió al ataque de la comunidad, perdió el contacto con su poder y con su voluntad.
Son muchos los terapeutas y maestros espirituales que creen erróneamente que el camino de la
transformación requiere la desarticulación de la “personalidad condicionada”. Hay veces en que esta "agresividad
terapéutica" es flagrante (como ocurrió en el caso de Tara), mientras que hay otras en que se manifiesta de
formas mucho más sutiles, pero el mensaje implícito en ambos casos es el mismo: «serías mejor si fueras
diferente».
La personalidad es una forma congelada de nuestra verdadera naturaleza y constituye, por así decirlo, el
combustible necesario para el proceso del despertar. En este sentido, la descongelación de las facetas más