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El rol de las narrativas en los procesos de cambio en psicoanálisis una perspectiva constructivista

papel de las narrativas en los procesos de cambios
Asignatura

Psicología de la Interacción Social y Los Pequeños Grupos

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Año académico: 2013/2014
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El rol de las narrativ as e n los proce sos de cambio en

psicoanálisis: una pe rspe ctiv a constructiv ista 1

Felipe J. Muller

Este trabajo intenta explicar el cambio en el curso del tratamiento psicoanalítico como resultante de cambios producidos en la subjetividad del paciente. Según la perspectiva constructivista, los beneficios del proceso psicoanalítico provienen de modificar las formas habituales en que los pacientes significan la experiencia, es decir, construyen la realidad. Los desarrollos en teorías Narrativas se incluyen para ampliar nuestro entendimiento de los procesos que participan en la construcción de la realidad. Las Narrativas son entendidas como la herramienta central por medio de la cual construimos nuestra realidad. El beneficio del tratamiento es entendido entonces como cambios en la estructura de las narrativas que usa el paciente. Esta posición nos permite entender cómo teorías pulsionales y relacionales –opuestas en ciertas concepciones y técnicas- son igualmente efectivas. Palabras clav e: Psicoanalisis, constructiv ismo, narrativ as, significado, cambio.

The role of narrativ es in change processes within psychoanalysis: A constructivist perspectiv e This paper intends to go further in the understanding of changes during the psychoanalytic process as changes in the patient subjectivity. T he constructivist perspective sustains that the benefits of a psychoanalytic process are the result of changes in the habitual ways of providing meaning to experiences, that is, in the ways of constructing reality. T he narrative approach is included in order to enhance our understanding of the processes involved in the construction of reality. Narratives are considered the main tool used in meaning the experiences. The benefits of the treatment are going to be explained as changes in the structure of the patient’s narrative. This position allows us to understand how drive and relational theories are equally effective. Key words: Psychoanalysis, constructivism, narratives, meaning, change.

1 Publicado e n Re vista AC TA Psiquiátrica y Psicológica de Am érica Latina, Dicie m bre

de 2000, 46(4): 303-

Felip e J. M uller. Licenciado en Psicología. Becario Fulbright. Ph. Student en “ The New School for Social Research” , New York, NY., EUA. Direccion en Argentina: Arcos 2183 – (1428) Buenos Aires. Tel.: (54-11) 4781 8380. E-mail: felip emuller@ar

Introducción. Dentro del m arco ps icoanalítico s e utilizan divers as teorías con el objetivo de aliviar el s ufrim iento de las personas que cons ultan. Es tas teorías divergen en lo que s e cons ideran s is temas motivacionales, es decir, los organizadores centrales de las es tructuras de pers onalidad. Greenberg y Mitchell (1983) dividen estas teorías en dos grupos principales : el m odelo de es tructuración pulsional y el modelo de estructuración relacional. El prim ero incluye todas aquellas teorías ps icoanalíticas que entienden lo puls ional como elem ento central en la estructuración de la pers onalidad, a la que cons ideran com o res ultado de form as es tables de lidiar con las demandas puls ionales, la realidad y los requerim ientos s uperyoicos. Las teorías que com ponen el m odelo de es tructuración relacional entienden que el motivador central es el estar vinculados con otros , y que la pers onalidad es res ultante de las formas habituales de relacionars e con los demás. Que el des arrrollo de las teorías es tuvies e centrado en lo puls ional o en lo relacional dio lugar a la evolución de dis tintas técnicas psicoanaliticas, m uchas veces opues tas entre s í. Una de las teorías dentro del m odelo de es tructuración puls ional incluye entre s us técnicas la abs tinencia y la neutralidad, m ientras que las teorías relacionales usan técnicas com o la validación, la indagación detallada y el descubrimiento de as pectos del s í-m is m o del analis ta o “ self disclosure ”. En el trabajo clínico, los analis tas cons ideran diferentes as pectos del m aterial que surge en la entrevis ta y cada quien interpreta y entiende el dis curs o y las conductas del paciente según su m arco teórico. Al finalizar s u trabajo, la gran mayoría logra obtener resultados positivos ; s us pacientes habrán reducido s u cuota de s ufrim iento. ¿Cómo s e explica es to? La explicación a es te fenóm eno ha s ido que los beneficios de un tratam iento ps icoanalítico s e producen a partir de cam bios en la s ubjetividad del paciente. Es tos cam bios s on el res ultado de un tipo particular de interacción con otra subjetividad, la del analis ta. Des de es ta pers pectiva, s e cons idera que el sufrim iento del paciente radica en s us limitaciones para entender la propia experiencia. Form as rígidas y lim itadas de s ignificar las experiencias s erían nucleares en los padecimientos de los pacientes. En otras palabras , el problema res ide en los m odos en que el paciente construye la realidad. Estas propuestas ubican el tratam iento ps icoanalítico en un m arco cons tructivis ta. Precis amente, es objetivo de es te trabajo explorar el tratam iento ps icoanalítico des de una pos tura constructivista. ¿Cóm o contribuye el analis ta a las m odificaciones en la subjetividad del paciente? ¿Cóm o hace el analis ta para que s us paciente cam bien la manera pers istente de s ignificar la experiencia?

identificar hechos de la m anera más precis a pos ible. Se pens aba que a través de un riguros o proces o de obs ervación y del us o de la lógica, era pos ible alcanzar el conocimiento "objetivo". Gergen (1994) explica claram ente el proces o por el cual se desarrollaban las teorías :

“La observación inicial intentaba aproximar al científico al fenómeno en cuestion. Estas observaciones, al ser combinadas con cánones de lógica inductiva, permitían al científico formular una serie de hipótesis tentativas relacionadas con las condiciones bajo las cuales ocurrían diversos fenómenos. El científico formularía un conjunto de proposiciones de estas observaciones (normalmente del tipo "Si X es el antecedente.... entonces Y es el consecuente"). Estas proposiciones darían cuenta de regularidades en la relación entre los eventos observados.” 2 (pag)

Finalmente, el conjunto de propos iciones que com ponía una teoría era pues to a prueba por medio de las metodologías vigentes , y los res ultados podían validar o rechazar las proposiciones formuladas. El nivel m etodológico s os tenía tam bién una independencia entre obs ervador y realidad. El objeto de es tudio era s om etido a dis tintas condiciones -variables independientes - para ver cuál era s u efecto sobre cierta variable es pecífica de interés -la variable dependiente-. La creencia era que las variables que es taban s iendo m anipuladas eran los únicos hechos que repercutían s obre la variable de interés. Sobre el final del s iglo, la situación al nivel de la teoría no es m uy clara. Las ideas metateóricas y m etodológicas predominantes no son distintas a las de épocas anteriores , pero s e ha increm entado el núm ero de teorías que s e corres ponden con vis iones no predom inantes en los otros dos niveles. Modelos teóricos de es te tipo parecen es tar reem plazando a los modelos teóricos dom inantes , s in que pueda cons iderars e éste un cam bio paradigm ático. Las teorías cons tructivistas van desplazando a las teorías que s os tienen verdades abs olutas. Es tas teorías es tán ais ladas de los otros dos niveles, que s e mues tran en des acuerdo por tener concepciones dis tintas del proces o de generación y producción del conocim iento. En EUA, el des arrollo de teorías cons tructivis tas comienza a cons iderars e seriamente luego del reem plazo del conductis m o por el cognitivis m o. Mientras muchos cognitivis tas todavía piens an de m anera netam ente positivis ta, un grupo de inves tigadores com ienza a cons iderar la pres encia de variables externas e internas , im pos ibles de elim inar o controlar y que deben s er, por lo tanto, una parte intríns eca de los proces os cognitivos. Muchos de ellos reciben la influencia de los trabajos de Barlett , de Piaget, de teorías contextuales como la de Vygots ky y de teorías sociológicas , lingüís ticas, filos óficas, antropológicas e his toriográficas , y acuerdan en la naturaleza constructiva de los proces os de elaboración de s ignificados. Dentro de las pos turas cons tructivis tas, quienes com ienzan a enfatizar las variables internas , sin hacer demas iado hincapié en la realidad externa, s on pos teriorm ente conocidos como Constructivis tas Radicales.

2 T. del A.

Otros enfatizan la relación entre realidad y proces os internos en la producción de significados. A és tos s e los conoce como Cons tructivis tas Críticos. El cons tructivis m o radical s e encuentra en teorías que s ostienen la inexis tencia de una realidad más allá de nues tras experiencias pers onales (Mahoney, 1991). El conocim iento no refleja una realidad objetiva, s ino m ás bien un cierto orden y organización del m undo cons tituido por nues tra experiencia (Von Glas erfeld, 1984). El cons tructivis m o crítico no niega la existencia e influencia de un m undo real ocupado por objetos , pero s ostiene que este m undo y s us objetos s ólo podrán s er conocidos us ando conocim ientos previam ente adquiridos. Enfatiza, en especial, la interacción entre variables externas e internas en el des arrollo de conocimientos. 3

Constructivismo y Psicoanálisis. Freud desarrolló s u teoría enm arcado en la pers pectiva pos itivis ta. La verdad estaba es perando ser encontrada. Solam ente había que proceder de acuerdo a determinado proceso m etodológico. El m étodo psicoanalítico tradicional es bás icam ente uno por medio del cual el analis ta encuentra, s iguiendo las reglas de neutralidad y abs tinencia, la verdad del paciente. Es te método s e des arrolló de acuerdo con la noción de aseps ia en medicina, de form a tal que Freud tom ó los recaudos de prevenir cualquier tipo de interferencias -en es te cas o, bacterias- en el cam ino hacia la verdad. Atención flotante, anális is de los as pectos neuróticos del analis ta, adherencia es tricta al marco teórico y s us im plicancias y una actitud analítica s on algunos de los elem entos que permitirán al analis ta encontrar el conflicto nuclear de un paciente. Por m edio de la interpretación, es te conflicto nuclear/central será res uelto, y liberará al paciente de s u s ufrimiento y por ende aumentar s u capacidad de amar y trabajar. La noción de una realidad objetiva es tá s iem pre pres ente. El incons ciente del paciente es tá com pues to de ciertos elementos que se as ume forman parte del m is m o. Des eos edípicos y fantas ías que han s ido reprim idas por sus contenidos están alojadas en el inconsciente. No s ólo s e as um e s u pres encia en el incons ciente, s ino que tarde o tem prano em ergerán en el trabajo analítico; la habilidad del analista reside en la identificación de es tos elementos. De es a manera, la verdad del paciente se s abrá. Aquello que determ ina sus actos y de lo que él no tiene conciencia, s e hará cons ciente. Las fantas ías , defens as y fuerzas que caus an el s ufrimiento del paciente s erán identificadas e incorporadas com o conocimiento. Es te conocim iento im plica un fortalecim iento del Yo, que va ganando terreno al Ello y, com o cons ecuencia, un mejor manejo en la mediación entre las demandas puls ionales, las superoyoicas y las de la realidad externa. As í, el paciente s e libera de s u s ufrim iento.

3 Algunas de los supuestos del constructivismo han estado presentes desde los tiempos de la filosofía griega: el

relativismo y la teoría de la coherencia. T ambién, el subjetivismo y el pragmatismo son teorías sobre la verdad, pero estas teorías tienen sus orígenes entre 1850 y 1900, respectivamente (Mahoney, 1991)

vida, haciéndola m ás coherente. En el proces o analítico, la verdad histórica es moldeada para encajar en la verdad narrativa. En el desarrollo de Spence, la verdad es tá más as ociada con la coherencia que con los hechos. Algunas de las ideas que influenciaron s u trabajo provienen del trabajo de Elizabeth Loftus , en el área de la m emoria, en tes tigos de crím enes. Esta autora dem ues tra cóm o es pos ible crear m emorias fals as en testigos con inform ación agregada a posteriori del hecho pres enciado. Tam bién s e obs ervan influencias de trabajos provenientes de otras dis ciplinas s ociales tam bién en los ps icoanalis tas contemporáneos que trabajan des de un m arco teórico cons tructivis ta. Hoffman (1996) concuerda con Berger y Luckm ann en que el psicoanális is sum inistra un cierto tipo de proces o de res ocialización. No obs tante, el proces o de res ocialización que Hoffm an tiene en mente es uno en el que el ps icoanálisis provee escepticis m o y actitud reflexiva crítica, caracterís ticas que lo dis tinguen de otros proces os de s ocialización. Hoffm an entiende el ps icoanális is como una dis ciplina que tiene la ambición de modificar profundos patrones defens ivos del self y la repres entación de objetos del m ism o. Es en este s entido un proces o de res ocialización.

Reconceptualizaciones. La pers pectiva cons tructivis ta tiene una concepción dis tinta que la perspectiva ps icoanalítica clás ica acerca de lo que el paciente neces ita. El cam ino hacia un m ayor bienes tar del paciente no es la res olución de su conflictiva edípica, s ino la m odificación de s us form as habituales de cons truir significados. Se cons idera que el paciente tiene limitaciones en s u manera de significar la experiencia y que, a través del proces o analítico, desarrollará nuevas form as de entender los eventos de s u vida cotidiana. Una de las cons ecuencias es el des arrollo de nuevos conceptos sobre su self. Com o s e asum e que no hay una única realidad, paciente y analis ta des arrollarán una de las pos ibles vers iones de la realidad durante el proces o mis m o. Es ta nueva versión des arrollada im plica una nueva m anera de entender sus experiencias y de rom per con el es tilo neurótico de s ignificar s us vivencias. El incons ciente es aquel espacio contenedor de experiencias no form uladas (Stern, 1996) y no el lugar que contiene m aterial determ inado por la teoría. En este s entido, las interpretaciones acerca del m aterial inconsciente del paciente no es tán ligadas a ningún tipo particular de fantas ías , des eos , neces idades o eventos históricos. El contenido del inconsciente del paciente s e cons truye en tanto es pos ible acceder a él cuando s e lo form ula. Com o la form ulación es el res ultado de un proces o mutuo, el contenido de las form ulaciones tiene m ás que ver con el vínculo particular exis tente entre paciente y analis ta, que con una concreta experiencia alojada en las profundidades del incons ciente. Según Stern, “[el incons ciente] debe ser entendido com o actividad mental en potencia: pens am ientos no pens ados , as ociaciones no hechas aún, mem orias para las cuales uno no tiene los recurs os o las ganas para cons truirlas ” (1989, p) Pero no cualquier articulacion es valida. La interpretacion del incons ciente es s imilar a la repres entacion verbal pos ible de

las form as de una nube. La interpretacion m as adecuada tiene que ver con artucular una oveja bien precis a en la form a de la nube en lugar de un conejo borros o e incierto. Stern tom a el ejemplo de la nube de Herbert Fingarette. El paciente s iente la adquis icion de una nueva Gues talt. Es la representacion verbal la que term ina de definir la form as del incons ciente. La interpretación es una de las herram ientas para cam biar m aneras dis funcionales de significar la experiencia. A través de las m is mas , el paciente aprende de qué manera ella/él enfatiza ciertos as pectos de la experiencia. Tam bién aprende que s i ella/él enfatiza s olamente ciertas particularidades de sus experiencias es porque debe de haber otros as pectos a los que es igualm ente válido atender y, al m is mo tiempo, aprende cuáles s on los aspectos que s u analis ta considera im portantes. La consecuencia de es tos aprendizajes es que el paciente adquiere nuevas m aneras de desarrollar s ignificados atendiendo a dis tintos as pectos de la experiencia. Volverem os s obre es tos puntos en la segunda parte del trabajo. Para Aron (1996) las interpretaciones contienen as pectos de la s ubjetividad del analista y es tos as pectos quedan disponibles para s er us ados por el paciente. Debido a que el analis ta ha capturado as pectos del ps iquis m o del paciente en la interpretación, y a que la interpretación expres a as pectos s ubjetivos del analista, la interpretación es tam bién un proces o inters ubjetivo. La m emoria no es algo fijo. De acuerdo con los des arrollos cognitivo- cons tructivis tas , un recuerdo s e cons truye a nuevo cada vez que s e lo evoca. El contexto activa un es quema particular (Muller, 1999) y es e es quem a moldea las mem orias de acuerdo con el contenido del m is mo. Las distors iones en la mem oria tienen m enos que ver con res is tencias y m ás con el interjuego entre procesos externos e internos en la s ituación pres ente. La idea general es que, al mom ento del hecho his tórico, el paciente es tructura el hecho de acuerdo con los recurs os cognitivos con los que cuenta en ese m omento. Cuando es e hecho es recobrado durante el trabajo analítico, el paciente pos ee una es tructura cognitiva diferente a la del mom ento del hecho. Por es o, el recuerdo es m odificado en función de la es tructura actual. Igualm ente im portantes que los recursos cognitivos s on las dem andas contextuales. Analista y paciente des arrollan un vínculo en el que las cons trucciones des arrolladas entre am bos res ultan un as pecto im portante del mis m o. Por ejem plo, des pués de un tiem po, analis ta y paciente construyen determinada im agen de lo que es el padre para el paciente, y es to tiene incidencia en lo que se va a recordar s obre el padre 6. Es to puede ser parte de la estructura cognitiva pres ente, pero tam bién el analis ta com parte es ta es tructura, y de ahí la im portancia del contexto. Es a cons trucción va a ordenar los recuerdos de determinada form a, y es un claro ejemplo del rol del contexto en la mem oria.

6 Se establece una concepción del padre en donde las características del vínculo entre paciente y analista pueden

contribuir a no revisar tal concepción.

su im portancia como elemento organizador de la experiencia. Su es tructura es lo que s e enfatiza como principio organizador de las experiencias. 7 Bruner s os tiene que las narrativas tienen s u propia es tructura profunda. Es ta estructura “provee un m edio intrínseco y hum anam ente único de ordenar la experiencia y de explicar las intenciones hum anas ” (Bruner, 1986) 8. Considera las narrativas como una función cognitiva universal y, a la vez, enfatiza los s is temas particulares culturales en la producción de sis tem as de significados. Des de la pers pectiva lingüís tica, las narrativas son cons ideradas com o el m edio prim ario por m edio del cual obtenem os s entido de nues tras experiencias. Las teorías narrativas en ps icología entienden a las narrativas no s ólo como organizadores de eventos y acciones en tiem po y es pacio, s ino también com o organizadores de fantas ías , ens ueños, recuerdos , planes , am or y odio (Sarbin, 1986). Las teorías del des arrollo cons ideran a las narrativas como es tructuras cargadas de em otividad y com o s ecuencias de acción conectadas causalm ente, que proveen cohes ión temporal y evaluativa de los eventos de la vida (Fivus h, 1991). Para un cons tructivis ta radical como Gergen, las narrativas crean un s entido de lo que “es verdad”: gracias a la exis tencia de narrativas , “decir la verdad” puede s er un acto inteligible (Gergen, 1994). Otra de las cons ideraciones im portantes s obre las narrativas , enm arcada en una perspectiva vygots kiana, es que las his torias que resultan de narrar determinado evento parecen conform ar cánones narrativos. Las narrativas están ins ertas en la cultura y son trans m itidas por la fam ilia al niño en un proces o interactivo. La internalización de narrativas no es un proces o pas ivo: el niño neces ita entender su experiencia y también neces ita s aber qué es im portante en la comunicación con los otros 9. La manera particular en que es tas narrativas canónicas s on transm itidas e internalizadas por cada individuo en el proces o de socialización es lo que hace de cada narrativa algo único y al m is mo tiempo com ún a una cultura. En es ta pers pectiva, la realidad es cons truida en el proces o de narrar eventos , ya s ea a uno m is mo o a otros y el proces o de cons trucción utiliza narrativas provis tas por la cultura. Una determ inada narrativa es vis ta com o relativa a determinado tiem po y cultura. Por es o, es im portante identificar los criterios que rigen la cons trucción de narrativas en nues tra cultura. Para Gergen, algunos de es tos criterios s on la selección de un fin valorado, el proceso de seleccionar los eventos relevantes a es e valuado fin, el ordenam iento de los eventos , una continuidad y una coherencia en la identidad de los objetos envueltos en las narrativas y form as de conexión caus ales. Generalm ente, el final elegido es tá saturado de valores , lo que perm ite reconocerlo com o des eable o no. Una vez que el fin u objetivo es electo, s e restringe el número de eventos y elem entos que s erán considerados

7 Algunos las contrastan con otros organizadores como los esquemas. A estos, por su naturaleza abstracta, los consideran principios organizadores “muertos”, las narrativas resultan estructuras organizadoras “ vivas”, inmediatamente disponibles en la cultura. 8

9 T. del A. Para más detalles, ver Fivush (1991), Judy Dunn (1984), Bruner (1991).

en la narrativa, ya que ese m is mo fin indica qué elem entos deben figurar en la narración. Luego, una s ecuencia lineal y tem poral ordena los eventos y elem entos seleccionados. Los protagonis tas y los objetos tienen que tener cierta estabilidad en relación con la narrativa. Las explicaciones son logradas s eleccionando eventos y elementos que es tán ligados caus alm ente por estándares comunes. Otra caracterís tica de las narrativas es s u dram atism o, que s e centra en des viaciones de lo canónico. Las narrativas tam bién m edian, s egún Bruner, entre el m undo de lo canónico en una cultura y aquel mundo m as idios incrás ico de creencias , des eos y es peranzas. Pueden enseñar, cons ervar la mem oria y alterar el pas ado. La idea general es que las narrativas proveen una estructura que es us ada con el fin de organizar la experiencia. El proces o de narrar un evento requiere que algunos as pectos del m is mo s ean s eleccionados para encajar en la narrativa. En es ta selección, algunos as pectos de la experiencia s e cons ideran más im portantes que otros , algunos s on excluidos , otros s e cons ideran la caus a de cierto res ultado y otros res ultan cons ecuencias , s on irrelevantes o s ecundarios , etc. El significado de una experiencia va a res ultar del particular orden y secuencia de eventos elegidos de acuerdo con la es tructura de una narrativa particular. Los divers os des arrollos enfatizan ciertos aspectos de la narrativa s obre otros. Para ilus trar lo des arrollado anteriormente, consideremos dos des cripciones de María, en las que s e em plean dos es tilos narrativos dis tintos : “María es un pájaro libre, que vuela alrededor de su árbol, bien lejos del lado os curo de la hum anidad...”, y “La paciente tiene 26 años de edad. Es tá orientada en tiempo y es pacio. Su habla es lenta, el curs o del pens am iento...”. La prim era es una narrativa m etafórica, m ientras que la segunda es una narrativa des criptiva, ps icos em iológica, que pone énfas is en as pectos es pecíficos. Es tas dos narrativas proveen una organización diferente de la experiencia de es tar con María. Cada una aporta un s entido diferente acerca de quién y cómo es María. El narrador tendrá experiencias dis tintas s egún la narrativa que cons truya. A s u vez, cada una de es tas narrativas incide en la manera de relacionars e con María. En el cas o de la narrativa metafórica, el narrador puede sentir la neces idad de querer protegerla; de todos los as pectos de la experiencia, regis trará hechos relacionados con la pureza, la ingenuidad, la naturalidad u otros elem entos relevantes a tal m etáfora. En la narrativa ps iquiátrica, organizará la experiencia de es tar con María alrededor de la posibilidad de que María s ea un ser s ufriente y necesite algún tipo de ayuda debido a s u inclus ión en una narrativa que pertenece a un contexto as istencial. Es la pos esión de m últiples narrativas lo que perm ite a una pers ona form ular diferentes vers iones de un m is mo hecho o evento. Es to perm itirá diferentes formas de ordenar la experiencia, y poner énfas is en lo relacional, en la gratificación de las dem andas puls ionales , en lo espiritual, en lo biológico, o en cualquier otro as pecto central para las cons trucciones teóricas corres pondientes. Los problem as s urgen cuando una narrativa particular es us ada por s er la única dis ponible, o porque s e ha es tablecido com o la predom inante y ha culminado en

coherencia, la contribución m ás im portante del analis ta es la provis ión, a través de determ inado contenido, de una nueva m anera de organizar la experiencia del paciente. Es una nueva form a de es tructurar hechos en una narrativa lo que el paciente aprende por m edio de la interacción, a lo largo del tiem po, con s u analis ta. Un analis ta propone: “El problem a no es el m iedo al nuevo jefe, s ino las viejas fantas ías que pujan por emerger, y que uno no quiere atender”; “No es que todas las m ujeres lo dejen y que us ted s ea una víctim a de ellas, s ino m ás bien que usted participa activamente en el proceso de ser abandonado, debido a lo aprendido en s us experiencias pas adas .” En es tos exagerados ejemplos , s e puede ver cóm o las experiencias s on redefinidas en el proces o de cam biar, en las oraciones, el orden de las propos iciones , la interrelación entre pas ado y pres ente, las relaciones caus ales , el ordenam iento de los hechos , e incorporar otros as pectos de la m is ma experiencia. La es tructura de la narrativa cam bia, y és ta es captada por el paciente en el contenido de las interpretaciones que provee el analis ta. Roy Schafer (1983) s e ocupó no s ólo del contenido, s ino tam bién de la es tructura de la narrativa en el proces o analítico:

Teóricos de diferentes orientaciones dentro del psicoanálisis han empleado diferentes principios o códigos interpretativos –uno podría decir diferentes estructuras narrativas— para desarrollar sus modos de hacer análisis y de contar acerca del mismo (...) Lejos de ser narrativas secundarias acerca de los datos, estas estructuras proveen narrativas primarias que establecen lo que se va a considerar como datos. Una vez instaladas como narrativas principales, son tomadas como ciertas con el propósito de desarrollar relatos coherentes de las vidas y de las prácticas técnicas. 11 (pág. 212)

Schafer ha des tacado el papel del s í-m is mo como agente narrador de his torias. Cons idera al self como un narrador. A través del proces o analítico, el paciente s e des cubre a sí m ism o com o un hacedor de s entido, como el que dis eña y define futuros pos ibles. La re-narración del analis ta tiene el efecto de influenciar progres ivam ente el “qué” y el “cómo” de las historias contadas por el paciente. Durante el proces o, el analis ta realizará interpretaciones s obre lo que cuenta, des cribe o narra el paciente; a través de s us reformulaciones el paciente podrá aprender a poner en palabras s us experiencias con s entido de participación activa en las m is m as. Es to s e bas a en la posición de Schafer s obre el us o de un “lenguaje de acción” (1976), que pone énfas is en la pers ona com o agente prim ario y autor de s u propia vida. Com o cons ecuencia, las acciones mis m as s e convierten en el foco primario de cons ideración (Leary, 1989). La narración del analis ta s e llena de verbos activos y locuciones adverbiales. La idea final s e centraría en que el ps icoanális is alcanza s u m ayor grado de eficacia cuando el analis ta usa un “lenguaje de acción” y pone al paciente en un lugar activo y participativo en la cons trucción de s u experiencia. Un paciente

11 T. del A.

pas a de formular “nadie s e interes a en m í” a “algo estoy haciendo para que nadie se interes e en m í”, y pos teriormente a narrativas más precis as acerca de cóm o provoca el desinterés de los otros. Es bien claro el valor de es tas nuevas formulaciones , pero no es solo neces ario el us o de un “lenguaje de acción” com o medio para modificar el papel del paciente en relación con s us experiencias. En los enunciados de las dis tintas teorías s e tiene en cuenta un lugar que el s ujeto ocupa en relación con los eventos. Es tos lugares s on trans m itidos por el analis ta a través de las interpretaciones , en las que reubica al s ujeto en relación con s us experiencias: a veces de una pos ición pas iva a una activa la concepción de Schafer; otras veces , de una pos ición activa a una pasiva. Por ejem plo, cons iderem os un paciente -narcis ista, s egún la teoría de Kohut-, que se s iente culpable porque repentinamente ha podido reconocer el daño que ha caus ado a otros con s us com portam ientos agres ivos. Su analista, trabajando bajo la pers pectiva de la ps icología del self , interpretará s u agres ividad com o una neces idad de pres ervar el s í-m is mo ante s entimientos em ergentes de fragm entación. Es tos s entim ientos de fragm entación s e cons ideran relacionados con la falta de respues tas adecuadas por parte de los objetos del self -los padres, o cuidadores - durante el des arrollo tem prano del paciente. Al conceptualizar la conducta agresiva com o la m anera de pres ervars e ante tales sentimientos , el s entido de participación activa es redefinido, basándose en una neces idad y no en la intención de las timar a otros. Al m is mo tiempo, ubicando la falla en la falta de res pues tas adecuadas por los padres a s us neces idades narcis ísticas , gran parte de la respons abilidad de s u com portamiento se reubica en otros -los padres - y en otro tiem po -el pas ado-. El paciente tiene un nuevo lugar en la estructura narrativa: ha pas ado de un lugar activo, en el que dañaba a los demás , a uno pas ivo, en el que él fue dañado por los dem ás , y es esa falencia que él conlleva lo que caus a es e tipo de com portam iento. Idealm ente, en el trans curs o del tratam iento, el analis ta proveerá las res pues tas adecuadas a las neces idades del paciente, y éste irá pas ando paulatinamente de un lugar de pas ividad en la es tructura narrativa a uno de mayor actividad. Un analis ta interpers onal o relacional s e centrará en el origen de es te patrón agresivo de relación que trae el paciente. La interpretación conllevará as pectos como la internalización de form as es pecíficas de relación aprendidas luego de una prolongada interacción con s u ins eguro y agres ivo padre/madre. La narrativa provis ta por el analista reubica la participación del paciente y s u com portam iento agres ivo en el contexto de aprendizajes (en el pas ado) y creencias (actuales ). El com portamiento es res ultante de las creencias incons cientes -un incons ciente experiencial- que guían s u conducta. En estos dos ejem plos, la reubicación del paciente en relación con s u experiencia está definida por la narrativa teórica a la que adhiere cada analis ta. En es a narrativa el paciente ya tiene un lugar. El trabajo y la habilidad del analis ta res ide en encontrar las corres pondencias entre las particularidades de lo narrado por el paciente y la narrativa teórica. Con el fin de lograr esta corres pondencia, s e

habituales por las dem andas contextuales. En es tos casos , el tratam iento cas i podría cons iderars e una em presa im pos ible. Es to es porque no hay forma de que alguna nueva es tructura facilitadora de un nuevo ordenam iento de la experiencia, y cons ecuentem ente de un m ayor bienes tar, logre instaurarse com o predominante. Cuando sucede es to, s e ve la importancia del contexto com o facilitador o impos ibilitador del cam bio. Lo que tiene que quedar claro es que la autom atización de la narrativa depende del us o frecuente de la m ism a. Un elem ento que contribuye al proces o de incorporación de narrativas nuevas s on las res tricciones que resultan del uso de cierta teoría. La teoría im pone formas s imilares de ordenamiento de las vivencias del paciente y la res ultante es cierta repetición en los contenidos de la interpretaciones. Es te es un proceso afortunado, ya que permite al paciente captar la estructura de la narrativa del analis ta a partir del contenido de s us interpretaciones , com o ya s e ha mencionado. Acá no s ólo contribuyen las res tricciones teóricas , sino también las form as habituales de com portamiento del paciente. Es neces ario aclarar que el proces o de incorporación de narrativas no es lineal, en el sentido de que el paciente no incorpora la mis m a narrativa que el analis ta utiliza. El paciente no incorpora la narrativa exacta del analis ta, s ino una vers ión, a s u m odo, de la narrativa del analis ta (Muller, 1999). Durante es e proceso dialéctico, el paciente adquiere un nuevo recurs o, provis to por el analista. Se trata de una nueva narrativa, que no es idéntica a ninguna otra, s ino que com parte generalidades con varias de ellas. Una de las críticas que reciben trabajos como los de Spence es que el reem plazo de una narrativa por otra, a la larga, no es ninguna solución, ya que reem plaza una forma lim itada de crear s ignificados por otra. Hay que aclarar que es o s ería un problem a si la nueva narrativa s e rigidiza. Que una narrativa s e es tablezca com o la dom inante no im plica que s ea la única que se us ará. Aunque haya reem plazado a alguna con m ayor dominancia en el pas ado, alguna que jus tamente daba lugar a cons trucciones que aumentaban el s ufrimiento del paciente, es ta narrativa convive con otras narrativas. En este s entido, las cons trucciones s on el resultado del uso de una cierta narrativa o de narrativas que conviven. Cuando s e habla de “flexibilidad” y de “espontaneidad” en una pers ona s e hace referencia, entre otras cosas , a la habilidad de fluctuar entre narrativas en s us cons trucciones , a la habilidad para com binarlas , as í como tam bién a la inclus ión de aspectos de las experiencias com unmente no cons iderados. Una narrativa nueva da lugar a nuevas construcciones y el núm ero de cons trucciones pos ibles aumenta con el us o de narrativas divers as : cada uno encontrará los recurs os para lidiar con las pos ibles contradicciones res ultantes de es tos proces os.

Conclusiones. La propuesta pres entada en es te trabajo puede ser cons iderada com o una form a, entre otras , de entender el hecho de que diferentes teorías ps icoanalíticas --tradicional, relacional, interpers onal, ps icología del self -, cada una con s us divers as concepciones s obre la naturaleza hum ana y sus

cons ecuentes divers as técnicas, s on capaces de lograr res ultados sim ilares. Quizá lo que cada teoría señala com o elem ento facilitador del cam bio no s ea lo que en verdad favorezca cam bios en el paciente, y que lo que s í los favorezca sea aquello que com parten todas es tos des arrollos, es to es : la provis ión e incorporación de una nueva herram ienta que permite la elección de contenidos divers os en la experiencia y culmina con la producción de significados dis tintos a los habituales. Es to s e logra a lo largo del proces o analítico, en el que el paciente incorpora, en un proces o activo y dialéctico, una nueva es tructura narrativa. La es tructura es provis ta implícitam ente por el analis ta, en el contenido de las interpretaciones y en los com entarios hechos. La adquis ición de esta es tructura por parte del paciente es cons ecuencia de haber es tado interactuando con el analista por un tiempo prolongado. La teoría im pone restricciones en la divers idad de las form as y en los contenidos de las interpretaciones , y es to provoca interpretaciones de contenidos s im ilares 13. Tanto la continuidad com o la coherencia entre las form ulaciones resultan fundamentales para que el paciente pueda captar la es tructura de la narrativa a través de s u contenido. Con el tiempo, el paciente reconoce un nuevo lugar en donde ubicars e él mis m o en relación con los otros y aprende qué nuevos elem entos s on relevantes en la narración de s u experiencia a s u analis ta, cuáles no lo s on tanto y cuáles son los nuevos as pectos de la experiencia que hay que valorar. Es ta nueva pos ición del s ujeto en relación con s u experiencia conlleva el des arrollo de nuevos conceptos del s í- mis m o y de los otros. He desarrollado s olam ente algunas de las reconceptualizaciones que s e producen en el psicoanalis ta una vez que és te se incluye en la pers pectiva cons tructivis ta. Cada una de ellas es digna de m ayor des arrollo y elaboración, as í com o lo s on los as pectos es pecíficos de la técnica que no he incluido en el trabajo. A través de la integración de des arrollos provenientes de la ps icología cognitiva cons tructivis ta, mi intención es profundizar en es tas tem áticas , en tópicos tales com o la m emoria, el incons ciente, la percepción y en los procesos de des arrollo de s ignificados, que considero s um am ente útiles en el entendim iento de los proces os de cam bio. La pers pectiva cons tructivis ta en ps icoanális is ha com enzado un perm anente proces o de evolución. Si bien no s e halla completamente articulada, algunos as pectos de la m is ma s e han cris talizado en divers os trabajos , mayormente dentro de las teorías interpers onales. En una revisión de artículos publicados sobre proces os de cam bio en ps icoanális is , es pos ible encontrar des arrollos provenientes de diferentes es cuelas teóricas que cons ideran com o objetivo central del proces o analítico lograr cam bios en los s ignificados del paciente. Algunas veces es tos proyectos s on confus os debido a que parecen es tar abordando el tem a s obre la cons trucción de s ignificados des de una pers pectiva pos itivista.

13 Otro aspecto de las repeticiones está dado por los propios patrones de comportamiento del paciente.

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El rol de las narrativas en los procesos de cambio en psicoanálisis una perspectiva constructivista

Asignatura: Psicología de la Interacción Social y Los Pequeños Grupos

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El rol de las narrativ as en los proce sos de cambio en
psicoalisis: una perspectiva constructiv ista
1
Felipe J. Muller
Este trabajo intenta explicar el cambio en el curso del tratamiento psicoanatico como
resultante de cambios producidos en la subjetividad del paciente. Según la perspectiva
constructivista, los beneficios del proceso psicoanatico provienen de modificar las formas
habituales en que los pacientes significan la experiencia, es decir, construyen la realidad. Los
desarrollos en teorías Narrativas se incluyen para ampliar nuestro entendimiento de los procesos
que participan en la construcción de la realidad. Las Narrativas son entendidas como la
herramienta central por medio de la cual construimos nuestra realidad. El beneficio del
tratamiento es entendido entonces como cambios en la estructura de las narrativas que usa el
paciente. Esta posición nos permite entender cómo teoas pulsionales y relacionalesopuestas
en ciertas concepciones y técnicas- son igualmente efectivas.
Palabras clav e: Psicoanalisis, constructiv ismo, narrativ as, significado, cambio.
The role of narrativ es in change processes within psychoanalysis: A constructivist
perspectiv e
This paper intends to go further in the understanding of changes during the psychoanalytic
process as changes in the patient subjectivity. The constructivist perspective sustains that the
benefits of a psychoanalytic process are the result of changes in the habitual ways of providing
meaning to experiences, that is, in the ways of constructing reality. T he narrative approach is
included in order to enhance our understanding of the processes involved in the construction of
reality. Narratives are considered the main tool used in meaning the experiences. The benefits
of the treatment are going to be explained as changes in the structure of the patient’s narrative.
This position allows us to understand how drive and relational theories are equally effective.
Key words: Psychoanalysis, constructivism, narratives, meaning, change.
1
Publicado e n Revista AC TA Psi quiátrica y Psicológica de América Latina, Diciem bre
de 2000, 46(4):
303-317