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Resumen Métodos de Enseñanza - Davini - Capitulo 1

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Enseñanza I

Año académico: 2018/2019
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Métodos de Enseñanza – María Cristina Davini - Capítulo 1

Introducción

La enseñanza es una práctica social e interpersonal que antecede históricamente a la existencia misma de las escuelas, y aún hoy se desarrolla más allá de sus límites.

Desde el XIX comienza un proceso sostenido de conformación de sistemas escolares, que culminará en el siglo XX con los sistemas educativos nacionales, lo que implicaría una legión de personas específicamente formadas para enseñar. O sea, enseñar no solo se generaliza sino que se especializa.

La enseñanza como acción intencional de transmisión cultural

La enseñanza implica:

 Transmitir un conocimiento o un saber  Favorecer el desarrollo de una capacidad  Corregir y apuntalar una habilidad  Guiar una práctica (Pág. 16)

Y siempre, la enseñanza responde a intenciones, es decir, a una acción voluntaria y conscientemente dirigida para que alguien aprenda algo que no puede aprender solo. Cuando una persona aprende sola no es “enseñanza” sino aprendizaje social o socialización (Pág. 17).

Estas intenciones son de doble vía: quienes enseñan desean hacerlo y quienes aprenden también desean aprender. Sin embargo, como dice Fenstermacher, en sentido estricto la enseñanza solo requiere de la intención de quien enseña.

La intencionalidad no se restringe a lograr que otros aprendan, la enseñanza implica transmitir un saber o una práctica considerada culturalmente válida, socialmente justa y éticamente valiosa. Enseñar es un acto de transmisión cultural con intenciones sociales y opciones de valor.

En este sentido Fenstermacher distingue enseñanza de buena enseñanza, moral y epistemológicamente hablando.

La débil consideración de estas intenciones produce que afiancemos prácticas obsoletas o contrarias a nuestros propósitos declarativos.

Pág. 18. Además de la dimensión moral y la dimensión epistemológica aportadas por Fenstermacher, es necesario incluir la dimensión sociopolítica de la enseñanza. La enseñanza implica una democratización del saber y una ampliación de la consciencia, a la vez que genera espacios de participación en el mundo social y de la cultura.

La enseñanza como mediación social y pedagógica.

Dimensión macro social: Es importante entender a la enseñanza como una mediación social entre los conocimientos y prácticas culturales y las personas que aprenden.

No sólo se transfiere y conserva la cultura, sino que se amplían las capacidades de los individuos y de los distintos grupos sociales, asegurando la participación en la renovación cultural y la mejora social.

Dimensión interna: Pág. 19. Es una mediación pedagógica entre aquello que se enseña y las características y necesidades de un individuo o grupo concreto. El docente no es el centro del proceso de enseñar, sino que justamente es un mediador, adecuando sus propuestas a las capacidades, los intereses y las necesidades del grupo en particular y a las características del contexto socio-cultural específico. En este sentido, buscará generar puentes:

 Vincular los contenidos generales que se esperan enseñar con las necesidades, la idiosincrasia y la cultura del grupo en particular.  Proponer actividades, discusiones, profundizaciones, ejercicios que favorezcan el tratamiento de los temas considerando las características, los intereses y la cultura de los alumnos.  Favorecer el intercambio entre los alumnos a partir de sus expectativas y concepciones.  Ampliar el conocimiento y las perspectivas particulares, brindando nuevas informaciones y comunicando otros puntos de vista y experiencias.  Vincular la enseñanza al contexto particular y a las situaciones específicas.

La enseñanza como sistema de relaciones e interacciones reguladas

Los actores y componentes centrales de esta práctica son:

  1. Quienes enseñan
  2. Quienes aprenden
  3. El contenido a enseñar
  4. Un ambiente

1 y 2) Los actores (quienes enseñan y quienes aprenden) integran un sistema de relaciones interdependientes. Este sistema implica regulación, es decir, un permanente ajuste e influencia de cada parte. Así, el sistema se desarrolla en permanente equilibrio dinámico. La función de quien enseña es coordinar y conducir la enseñanza. La función de quien aprende es aprender pero también pone sus propias reglas, delineando, también, el curso de las interacciones, ya sea desde su disposición afectiva, intereses, capacidades, etc. La interacción entre los actores no es azarosa sino regulada, conforme al ajuste de intercambios entre ellos, a un orden de acciones y reglas dinámicas de juego en torno a las actividades y a los propósitos que persiguen.

mira en retrospectiva histórica, los medios escolares han hecho, muchas veces, un importante abuso de ese poder.

Las críticas a estos ambientes y a las formas de relación autoritarias han impulsado la construcción de alternativas de enseñanza y de aprendizaje ricas, humanizadas y democráticas; se desarrollaron propuestas pedagógicas conocidas como "enfoque no- directivo", con definido énfasis en la libertad de quienes aprenden, y el rol secundario de quien enseña con un papel más próximo al apoyo o guía personal. La transmisión de contenidos es vista, inclusive, como imposición arbitraria. Hay que entender estas perspectivas como una reacción o respuesta en el marco de las rígidas formas de enseñanza y disciplina de las escuelas tradicionales. Pero, asimismo, hay que analizarlas en el marco de la crisis de autoridad en nuestro tiempo, lo que ha puesto en tela de juicio la autoridad del adulto. La autora pone énfasis en no confundir autoritarismo y autoridad pedagógica. En estos casos, constituyen una negación del acto de enseñar y, al mismo tiempo, del hecho mismo de aprender. Hasta el papel mismo de los padres se ve debilitado: los adultos se vuelven inseguros ante el poder de los niños y los jóvenes. Según la autora, esta ambigüedad impide toda autoridad e inhabilita toda relación pedagógica, privando a los jóvenes de toda asimetría propia del universo adulto, como espacio para contrastar y definir su propia identidad juvenil (Narodowski-Brailovsky, 2006). La enseñanza es esencialmente una práctica dirigida y requiere de la autoridad pedagógica de quien la conduce. Tiene fines, intenciones y conocimientos a ofrecer y apunta a que otros los adquieran. Si bien atiende las dificultades que quienes aprendan puedan tener al hacerlo, no se confunde con una acción terapéutica o con una relación interpersonal en la libertad del espacio privado. Desde el plano pedagógico, la búsqueda del diálogo y la construcción compartida de alternativas de enseñanza no elimina la saludable y necesaria asimetría del acto de enseñar; alguien que sabe y tiene una experiencia, y ayuda a otros a saber y a experimentar. Aunque quien enseña también aprenda al hacerlo y lo haga reflexivamente, no deja de tener la responsabilidad de conducir este proceso. Distante de toda propuesta autoritaria, la autoridad pedagógica no implica la sumisión de quienes aprenden ni busca instalar la asimetría eterna. Por el contrario, busca promover cada vez mayor conocimiento y ampliación de conciencia para la progresiva autónoma e independencia de los alumnos. Cualquiera sea la edad o etapa evolutiva de quienes aprenden, el desarrollo sistemático de la reflexión y la asimilación de nuevos saberes apunta a constituirlos en sujetos autónomos. Una enseñanza no autoritaria desarrollará no sólo genuinas (legítimas) relaciones asimétricas entre quienes enseñan y quienes aprenden. Durante el proceso, estimulará la libre expresión de saberes y experiencias, promoverá relaciones e interacciones simétricas entre quienes aprenden y los incluirá en la reflexión y en las decisiones. Como buen resultado, buscará la progresiva autonomía de quienes aprenden, liberándose de la dependencia del maestro y generando capacidades para su propio aprendizaje permanente.

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Métodos de Enseñanza María Cristina Davini - Capítulo 1
Introducción
La enseñanza es una práctica social e interpersonal que antecede históricamente a la
existencia misma de las escuelas, y aún hoy se desarrolla más allá de sus límites.
Desde el XIX comienza un proceso sostenido de conformación de sistemas escolares,
que culminará en el siglo XX con los sistemas educativos nacionales, lo que implicaría
una legión de personas específicamente formadas para enseñar. O sea, enseñar no
solo se generaliza sino que se especializa.
La enseñanza como acción intencional de transmisión cultural
La enseñanza implica:
Transmitir un conocimiento o un saber
Favorecer el desarrollo de una capacidad
Corregir y apuntalar una habilidad
Guiar una práctica (Pág. 16)
Y siempre, la enseñanza responde a intenciones, es decir, a una acción voluntaria y
conscientemente dirigida para que alguien aprenda algo que no puede aprender solo.
Cuando una persona aprende sola no es “enseñanza” sino aprendizaje social o
socialización (Pág. 17).
Estas intenciones son de doble vía: quienes enseñan desean hacerlo y quienes
aprenden también desean aprender. Sin embargo, como dice Fenstermacher, en
sentido estricto la enseñanza solo requiere de la intención de quien enseña.
La intencionalidad no se restringe a lograr que otros aprendan, la enseñanza implica
transmitir un saber o una práctica considerada culturalmente válida, socialmente justa
y éticamente valiosa. Enseñar es un acto de transmisión cultural con intenciones
sociales y opciones de valor.
En este sentido Fenstermacher distingue enseñanza de buena enseñanza, moral y
epistemológicamente hablando.
La débil consideración de estas intenciones produce que afiancemos prácticas
obsoletas o contrarias a nuestros propósitos declarativos.
Pág. 18. Además de la dimensión moral y la dimensión epistemológica aportadas por
Fenstermacher, es necesario incluir la dimensión sociopolítica de la enseñanza. La
enseñanza implica una democratización del saber y una ampliación de la consciencia, a
la vez que genera espacios de participación en el mundo social y de la cultura.