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Dialnet-La Mires Como La Mires No La Veras-2901264

Publicidad y RRPP
Asignatura

Planificación Estratégica Publicitaria (PEP2)

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Año académico: 2019/2020
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Universidad Rey Juan Carlos

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"La mires como la mires, no las verás".

El doble estándar del envejecimiento

en la publicidad televisiva

ANNA FREIXAS Universidad de Cárdoba

####### Resumen

Se analiza la imagen que la publicidad televisiva presenta de las personas mayores, atendiendo a las diferencias por razdn de sexo. Observándose que: I) se produce una clara ocultación de las personas mayores, especialmente de las mujeres; 2) se reflejan profundos prejuicios estéticos que peypenjun el doble estándar del envejecimiento seg ^ n el cual mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen; 3) se consolidan los estereotipos sociales más arraigados: las mujeres dependientes, pasivas, sin actividad laboral y los hombres carentes de cualidades para la vida cotidiana y 4) se tnarcan límites de edad y sexo muy estrechos que no refIejan la realidad de una poblaciiin activa y abierta a nue- vas formas de vida. Palabras clave: Publicidad y género, envejecimiento y publicidad, televisión, prejuicios hacia el envejecimiento.

"No matter how you look at it, you

won't see them". The double stand-

ard of aging in television advertising

####### A bstract

This paper analyses the image of aging people presented by television advertising, facusing particularly on sex dif- ferences. Some observation are made: I) there is a clear concealment of aging people, particularly women; 2) adverti- sing reflects deeply rooted aesthetic prejudices which poauate the double standard of aging, according to which men mature, while women age; 3)TV ads consolidate the most strongly established social stereotypes: women are dependent, passive and do not work for a living, while men lack the qualities needed for everyday life, and 4) it sets out very narrow limits of age and sex that do not reflect the realities of an active population that is open to new lifestyles. Keywords: Advertising and gender, aging and advertising, television, ageism.

© 1998 by Fundación Infancia y Aprendizaje Comunicación y Cultura, 1998, 3, 29-

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En nuestra sociedad, en la que la publicidad transmite imágenes pretendida- mente cotidianas, las personas que ya no son jóvenes no tienen espacio. No apa- recen. Así vemos que las y los protagonistas de los anuncios son personas habi- tualmente muy jóvenes, carentes de cualquier imperfección física, delgadas y esbeltas; activas, relucientes y sin preocupaciones. En la publicidad no aparecen las personas a medida que van haciéndose mayores y, cuando lo hacen, suelen representar imágenes que en absoluto reflejan la realidad social de tantas perso- nas que, en su día a día, llevan vidas activas, comprometidas; personas que se mantienen ágiles de cuerpo y mente, creadoras y creativas. Son pocas las perso- nas mayores que aparecen en los anuncios y, cuando lo hacen, imagen se da de ellas?, cuál es el mensaje que se oferta a la gran población de personas que van haciéndose mayores?, modelo de envejecimiento se ofrece a las jóvenes generaciones que vislumbran con miedo la invisibilidad que se produce en la población que envejece?

LA PERCEPCIÓN DISTORSIONADA POR LOS ESTEREOTIPOS DE EDAD Y SEXO

Numerosas investigaciones han demostrado que la televisión se relaciona pro- fundamente con la percepción que unas personas tienen de otras, de sus roles sexualmente asignados y de su papel en el mundo (McGhee y Frueh, 1975; Jennings, Geis y Brown, 1980; Furnham y Bitar, 1993). La publicidad televisi- va es, además, uno de los más importantes factores culturales que afecta a la sociedad moderna. Los mensajes que se transmiten a través de los anuncios pue- den ser rápidamente asimilados, puesto que su formato está diseñado para rete- ner la atención y el mensaje puede ser fácilmente comprendido por la audiencia. En los anuncios se suelen presentar papeles sociales y situaciones que son fácilmente identificables y que no se apartan de los valores culturales prevalen- tes, especialmente los que hacen referencia al sexo y también a la edad (Manstead y McCulloch, 1981). En ellos se transmiten una gran cantidad de estereotipos, entendidos como imágenes o ideas convencionales sobre un grupo de personas que se aceptan sin cuestionar y suponen un juicio de valor. La investigación social confirma que el contenido de la televisión influye en la percepción que la sociedad tiene de las personas mayores (Davis y Davis, 1985), siendo la televi- sión una de las fuentes principales de ideas sobre la vida. Sin embargo, el proce- so a través del cual influye en las y los espectadores es complejo y difiere en fun- ción de la edad (Plous y Neptune, 1997). La representación de la vejez y la mediana edad por los medios de comunica- ción invade la conciencia de las personas jóvenes y genera un imaginario en rela- ción a la edad en el que se crean fuertes miedos al rechazo y la devaluación, a la vez que se estimula el mito de que se pueden evitar las consecuencias de la edad si se llevan a cabo una serie de estrategias individuales (Freixas, 1997). Butler (1969) acuñó un termino específico para la discriminación por edad, el término "ageism", que se define como el prejuicio o la discriminación sistemáticos basa- dos en la edad. Estos sentimientos se reflejan en desdén y desagrado e incluso, de forma sutil, evitando el contacto. Los estereotipos negativos más frecuentes sobre las personas mayores incluyen ideas como enfermedad, impotencia, dismi- nución de las capacidades mentales, fealdad, enfermedad mental, inutilidad, ais- lamiento, pobreza y depresión (Palmore, 1990). Esta reacción contra la edad incluye el miedo a la pérdida de poder, a sentirse no necesario o a la muerte. A pesar de que Palmore (1990) afirma que el "ageitm" puede ser positivo o negati- vo, las reacciones contemporáneas al envejecer son consistentemente negativas (Nuessel, 1982). Los términos que habitualmente se usan para definir a las muje- res mayores tienen una historia de connotaciones negativas mucho más antigua que las que se refieren a los hombres (Covey, 1988 y 1991). Susan Sontag (1972)

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b. Papel de la persona mayor respecto al anuncio: relevante (prioritario) / irre- levante (accidental). • cón de la persona mayor con el resto de personajes no mayores del anuncio (si los hay): signi ficativa (tiene un papel básico respecto al resto, porque es protagonista, eje central, motivo) o no signi ficativa. En esta rela- ción se observa un trato de qué tipo: respetuoso, invisible, despreciativo. d aproximada de cada una de las personas mayores (en tramos de cinco arios). e spectos físicos de cada una de las personas mayores: Cabello: canas, calva, poco pelo, teriido, cuidado; Dientes: postizos, artificiales, cuidados. A gilidad / Torpeza. A rrugas. Imagen global de salud. Limitaciones (deterioros, handicaps). Ropa: tipo de ropa. A rreglada 1 desaliñada. f. Imagen de la persona mayor: Sensación anímica que su imagen produce en la audiencia (positiva, negativa, pena/tristeza, dinamismo, alegría, indiferen- cia, etc.). Cualidades de todo tipo que muestra la persona mayor. Defectos de todo tipo. Trato que se le da a la persona mayor en el anuncio (respeto, des- precio, invisibilidad, se le ignora, otros). g total del anuncio; tiempo de aparición de la persona mayor; tiempo de palabra de la persona mayor. h de la voz en off Cada anuncio ha sido vaciado en esta ficha en la que se ha incluido, también, el texto completo del anuncio. Posteriormente se ha llevado a cabo un acuerdo interjueces con las diferentes personas que han colaborado en esta fase. Este pro- ceso laborioso de codificación de cada uno de los personajes, en función de estas categorías, ha proporcionado una importante cantidad de datos, de los que des- tacaremos algunos de los que nos parecen más llamativos.

RESULTADOS

A tenor de los resultados que iremos detallando, se puede comprobar que las personas mayores constituyen una clientela poco interesante para la publicidad. Su imagen "no vende", no es estética, no interesa. Esto queda claro cuando se constata que, del total de los anuncios emitidos durante la semana, sólo el 5,85% incluye personas que tienen más de 50 años, porcentaje que se reduciría drásti- camente si la población analizada tuviera más de 60 ó 65 arios.

TABLA

N° TOTAL ANUNCIOS N° ANUNCIOS EMITIDOS SEMANA PERSONAS MAYORES PORCENTAJE

TVE1 2 131 5,0% CANAL SUR 1 92 7,5% TOTAL 3 223 5,85%

De los 223 anuncios en los que aparecen personas de más de 50 arios, sólo hay 32 anuncios diferentes, que son los que nos han servido de base para nuestro tra- bajo. Los restantes 191 anuncios son repeticiones de estos 32. En el estudio de Levin y Levin (1980) ya se comprobó algo similar: en un cen- tenar de anuncios de televisión no había más que dos en los que apareciera algu- na persona mayor. La supresión de imágenes de personas de más de 49 arios —no digamos las de 65 arios— en anuncios de prensa y televisión era ya una realidad a principios de los arios ochenta (Friedan, 1994). Siendo ésta una primera reflexión

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necesaria, en una sociedad en la que la población mayor de 50 años representa el 27%, seg^ n el censo de 1991. Esta invisibilidad de las personas de 50 años en adelante refleja, sin duda, el proceso social mediante el cual hacerse mayor es desaparecer progresivamente de la vista de los demás (Freixas, 1993). Vernon, Williams, Phillips y Wilson (1990) encontraron que mientras la población de más de 65 años representaba el 12,1% de la población americana, sólo aparecía en un 3,3% de ocasiones en los programas de televisión de máxima audiencia; dándose, también, un sesgo de género dado que la presencia de imágenes mas- culinas en pantalla duplicaba la de las imágenes femeninas. Vamos a ir profundizando, a través del análisis de las diferentes categorías ela- boradas, en el modo en que se representa a las personas mayores en la publicidad televisiva y los trazos con que se va dibujando el perfil de los personajes, en fun- ción de su sexo.

Una presencia ausente

En nuestro caso, entre las personas mayores también se pueden detectar dife- rencias. La imagen de los hombres mayores aparece con mayor incidencia que la de las mujeres. Así vemos que en el conjunto de los 32 anuncios en los que apa- recen personas de más de 50 años hay 37 hombres (1,15 imágenes por anuncio, como media) y sólo encontramos a 15 mujeres (0,46 imágenes de mujeres mayo- res por anuncio, como media). Respecto al total de las imágenes de hombres y mujeres de más de 50 años, la población masculina supone el 71,55% y la pobla- ción femenina sólo el 28,84%, corroborando que, incluso cuando se trata de poblaciones invisibles, como la constituida por la gente mayor, la ocultación de las mujeres es superior, trasluciendo un estereotipo social de desvalorización de la mujer, cuando traspasa la barrera de la menopausia, ausencia a la que tambien se refieren otros autores como Martín, Martín y Baca (1995).

TABLA II

ANUNCIOS EN LOS QUE APARECEN PERSONAS DE MÁS DE 50 AÑOS (32 anuncios) Hombres Mujeres N^ mero total de imágenes 37 15 N^ mero de imágenes por anuncio (media) 1,15 0, Porcentaje 71,55% 28,84% Tiempo promedio de presencia en imagen 6" 2" Tiempo promedio de palabra 2" 2"

Está claro que, a partir de una cierta edad, las personas pasan a "desaparecer", a resultar poco gratas para la publicidad. Tan invisibles se hacen como que en los anuncios —cuya duración media es de 33"— las mujeres mayores, cuando apare- cen, lo hacen durante una media de 2, frente a los 6" de permanencia media en imagen de los hombres mayores. En ambos casos, el tiempo de aparición en ima- gen es claramente escaso, discriminación que se a^ na a la del tiempo medio de palabra que se les otorga, que es sólo de 2" por anuncio, para ambos sexos. Esta falta de tiempo de palabra nos señala el escaso valor y credibilidad que la socie- dad da a lo que pueden aportar las personas a medida que envejecen. Puesto que la franja de edad escogida (50-65 años) es bastante amplia, cuan- do situamos a los personajes en tramos de edad de cinco años aparecen datos cla- rificadores acerca de las edades que la publicidad considera aceptables, en fun- ción del sexo. Los hombies y las mujeres que encontramos en nuestros anuncios se distribuyen así en cuanto a la edad:

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y O'Donell, 1978) que, como puede constatarse, es siempre un porcentaje muy alto, índice de la poca credibilidad que se otorga a la voz de las mujeres.

El aspecto físico o "cada cual en su sitio"

Uno de los principales clichés socialmente aceptados con relación a las perso- nas mayores se refiere a la idea profundamente arraigada de que envejecer es per- der todo tipo de capacidades y cualidades, especialmente las que hacen referen- cia a los aspectos físicos. La vejez, desde la perspectiva publicitaria, se ve sólo como decadencia o degeneración de la juventud (Friedan, 1994). Para conocer en qué medida estos arraigados prejuicios estéticos se reflejan en nuestros anuncios hemos analizado los elementos físicos que presenta cada personaje en su caracte- rización y encontramos los siguientes rasgos:

TABLA V

ASPECTO FISICO Y ROPA HOMBRES MUJERES

CANAS 75,67% 40,00% CALVICIE 18,91% 0,00% POCO PELO 24,32% 0,00% PELO TEÑIDO 2,70% 60,00% LLEVA GAFAS 24,32% 26,66%

  • GAFAS CLÁSICAS 13,51% 13,33%
  • GAFAS MODERNAS 10,81% 13,33% ARRUGAS 59,46% 86,66% ÁGIL FíSICAMENTE 48,65% 33,33% TORPE FíSICAMENTE 13,51% 33,33% DIENTES ARTIFICIALES 2,70% 6,66% DIENTES DETERIORADOS 10,81% 13,33% EXCESIVO PESO 45,95% 40,00% IMAGEN SALUDABLE 91,90% 100,00% LIMITACIONES FISICAS 8,10% 13,33% ROPA DEPORTIVA 8,10% 6,66% ROPA CLÁSICA 24,32% 46,66% ROPA MODERNA 13,51% 13,33% ROPA CUTRE/ANTICUADA 21,61% 26,66% ROPA DE UNIFORME 27,00% 0,00% IMAGEN DE PERSONA DESALIÑADA 16,21% 13,33%

De todo ello podemos concluir que la imagen física que se transmite perpe- t^ a una gran parte de los estereotipos sociales existentes acerca de lo que es apro- piado en la vejez. En cuanto al cabello vemos que a ellos se les "permite" tener canas, las lucen el 75,67% de los hombres, mientras que sólo lo hace el 40% de las mujeres. A tenor de lo cual, ^ nicamente el 2,7% de los hombres Ileva el pelo teñido, frente al 60% de las mujeres que sí lo Ileva. Corroborando el imperativo social de que las canas embellecen y hacen interesante al hombre, pero envejecen y dan imagen de dejadez en las mujeres. El 25% de las personas mayores que aparecen en los anuncios Ileva • afas, repartidas de manera bastante equitativa entre los sexos las que son de montura clásica y de montura moderna. Las arrugas son patrimonio de las mujeres. Sólo el 59,46% de los hombres se puede considerar que tiene arrugas, mientras que el porcentaje asciende al 86,66% cuando se trata de las mujeres. Este dato puede explicarse por el hecho de que las mujeres que aparecen en los anuncios, como hemos señalado anterior- mente, son de mayor edad que los hombres. Davis y Davis (1985) afirman que la representación que se hace de las mujeres en televisión las sit^ a en una posi-

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ción de desventaja, exigiéndoles mantenerse jóvenes; todo ello condiciona a los hombres a ver a las mujeres mayores como menos deseables y el proceso de enve- jecimiento como algo que debe ser evitado por mujeres y hombres. Lo cual puede llevar, también, a que los hombres sean menos solidarios con las inevitables con- secuencias del envejecimiento de sus parejas y de sí mismos. Ellos aparecen como seres no sólo más ágiles (48,65%), sino también menos torpes (13,51%) y con menos limitaciones físicas (8,10%) que ellas (encontramos un 33,33% de mujeres ágiles, un 33,33% de mujeres torpes y, además, un 13,33% con limitaciones físicas). Este aspecto, como alg^ n otro de las caracterís- ticas físicas presentadas, tiene clara relación con el hecho ya señalado de que las mujeres que presenta la publicidad se sit^ an en una franja de edad mayor que los hombres, lo cual puede explicar la mayor agilidad y menor torpeza física de los hombres, frente a las mujeres. La gordura va repartida. El 27% de los hombres de nuestros anuncios lleva uniforme. Algo que no ocurre en ning^ n caso cuando se trata de las mujeres. Llevar uniforme implica estar formando parte de una orga- nización social y desarrollar en ella una actividad laboral productiva que, como veremos, no Ilevan a cabo las mujeres de nuestros anuncios. La imagen "respeta- ble" y aburrida de la mujer mayor que se ofrece en la publicidad se refleja en ele- mentos como la ropa clásica (46,66%) o anticuada (26,66%) y la prevalencia de las arrugas en las mujeres (86,66%), frente al 59,46% de los hombres.

Atribución de cualidades y defectos: la fuerza de la imagen social

Nos ha parecido interesante analizar las cualidades y defectos personales que presentan las personas mayores que aparecen en los anuncios. Una observación comparativa de estas cualidades y defectos nos permite constatar que los valores que se cotizan en las mujeres mayores son diferentes a los que se tienen en alta consideración en los hombres. Veremos en primer lugar lo que hace referencia a las cualidades y valores:

TABLA VI

CUALIDADES / VALORES HOMBRES MUJERES RELACIONES INTERPERSONALES 15,13% 24,44% AFECTIVO-EMOCIONALES 1,97% 6,66% ACTIVIDAD 19,07% 13,33% PROFESIONALIDAD/LABORALES 30,92% 0,00% RESOLUCIÓN ASUNTOS VIDA COTIDIANA 0,00% 20,00% RESOLUTIVO/EJECUTIVAS 17,76% 0,00% INTELECTUALES/CONOCIMIENTO/PENSAMIENTO 11,18% 13,33% NUTRIENTES 0,00% 6,66% ASPECTOS POSITIVOS DE LA PERSONALIDAD 3,94% 15,55% NINGUNA CUALIDAD OBSERVABLE 5,40% 26,66% N^ mero total de cualidades por persona 4,34 4,

El n^ mero de cualidades por persona es prácticamente idéntico para ambos sexos (4,34 para ellos y 4,09 para ellas), aunque podemos constatar algunas dife- rencias que corroboran el estereotipo tradicional en cuanto a los valores que se enfatizan para unos y otras. Así pues, en las cualidades asignadas tradicional- mente al sexo femenino, como la capacidad para las relaciones interpersonales, las manifestaciones de tipo afectivo-emocional, las conductas nutrientes y de cui- dado de otras personas y la habilidad para la resolución de problemas de la vida cotidiana, vemos que el porcentaje del conjunto de éstas se duplica en el caso de las mujeres, respecto a las cualidades de este tipo que se atribuyen a los hombres (37,76% para las mujeres, frente al 17,10% en los hombres). En esta misma

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tiva a la que poder Ilegarse a parecer con el paso de los años, como alguien a quien imitar, o, por el contrario, como una imagen a evitar por lo negativo o poco atrayente de sus atributos. Esta sensación anímica la podemos clasificar de la siguiente manera, en función del sexo del personaje:

TABLA VIII

' SENSACIÓN AMMICA HOMBRES MUJERES

POSITIVA 56,75% 33,33%

NEGATIVA 16,21% 26,66%

INDIFERENTE 10,81% 13,33%

PENA 13,51% 13,33%

ALEGRÍA/SIMPATÍA/DINAMISMO/RELAJACIÓN 54,05% 0,00%

PASIVIDAD/PESADEZ 0,00% 13,33%

Los datos contenidos en esta tabla, referidos a la sensación anímica que trans- miten los personajes de los anuncios, son la consecuencia lógica del mapa confi- gurado por la publicidad a través de los valores, cualidades y defectos, anterior- mente descritos. En un análisis pormenorizado de las imágenes estudiadas vemos que, aunque en conjunto es desfavorable, son las mujeres quienes salen peor paradas, al no suponer, en la inmensa mayoría de los casos, un modelo de rol atractivo para las generaciones más jóvenes, al ofrecer una imagen de las muje- res al envejecer desvalorizada, invisible y aburrida. En los diferentes anuncios podemos comprobar que se otorgan atributos dis- tintos: se presenta a las mujeres como personas dependientes, pasivas, carentes de autoridad, emocionalmente inestables, menos informadas (Verna, 1975); amas de casa infravaloradas o auxiliares y empleadas del hogar, dependientes de los hombres, sumisas; mientras que a los hombres se les representa como perso- nas más dominantes, valientes y fuertes. Otros estudios anteriores han hecho hincapié también en estos temas que hemos señalado hasta aquí, destacando que los hombres desempeñan en la publicidad televisiva una variada cantidad de roles y profesiones, mientras que, por lo general se representa a las mujeres rea- lizando tareas domésticas, como amas de casa típicas (Verna, 1975; Busby, 1975; Schneider y Schneider, 1976; Courtney y Courtney, 1974), o bien carentes de una profesión definida (Bret1 y Cantor, 1988). Dándose el caso de que, cuando ambos sexos ejercen una profesión concreta, las de los hombres presentan un estatus más elevado (Bretl y Cantor, 1988). Hay un aspecto que nos parece interesante destacar. En diversos análisis de los que hemos realizado se puede constatar que, en determinados aspectos, a las mujeres se las representa como "menos positivas y más negativas" que los hom- bres, cuya imagen, a su vez, es "menos negativa y más positiva". Esto es así en el caso de determinadas cualidades y defectos, en el de la sensación anímica que se transmite a la persona que recibe el anuncio y en algunos de los aspectos físicos, como la torpeza, agilidad, etc. Es decir, un mismo elemento, visto como cualidad o como defecto refleja una imagen más negativa de la mujer en todos los casos, puesto que los porcentajes obtenidos son menos positivos cuando se valora una cualidad y más negativos cuando lo que se evahla es un defecto. Esta sencilla regla aritmética por la que se aumenta lo positivo de un sexo y se potencia lo negativo del otro se cumple en una gran cantidad de atribuciones otorgadas a cada uno de los sexos y resulta una forma sutil, pero cruel, de transmitir una realidad que no se corresponde con la vida cotidiana de las mujeres de nuestra sociedad.

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DISCUSIÓN

Haciendo una valoración global de los diferentes anuncios podemos constatar que, con frecuencia, se produce una discriminación tanto por edad como por sexo. Los roles sexuales y de edad que se representan en la televisión son tradi- cionales y no permiten ni sugieren opciones alternativas que supongan diferen- tes maneras de envejecer. Los cambios sociales que tienen lugar en la actualidad afectan profundamente la conducta de los hombres y de las mujeres mayores, quienes en gran medida muestran actitudes abiertas ante las nuevas formas de vida e ideas; la publicidad deberá reflejarlas, ofreciendo imagenes y situaciones que permitan mostrar esta mayor apertura, flexibilidad y adaptación. En los temas de género, como en los de edad, se transmiten, además, nume- rosas presunciones que, como estereotipos que son, perpet^ an ideas ancestrales, que act^ an como profecías de autocumplimiento y, sobre todo, mantienen de forma inmovilista a las personas mayores, y fundamentalmente a las mujeres mayores, en compartimentos sociales separados y apartados, impidiendo la evo- lución de la sociedad y la libertad de las personas mayores para situarse en el mundo de acuerdo con sus deseos y planteamientos, más allá de los estrechos límites de la edad y el género. Entre la imagen ideal de una juventud dinámica, ágil, tiposa, emprendedora, divertida, etc., y la imagen de las personas mayores, sobre todo de las mujeres, que vemos reflejadas en la mayoría de casos de nuestro trabajo, hay un peligro- so camino que el poder de la publicidad está haciendo asumir a las generaciones más jóvenes, de manera explícita e implícita, a través de sus imágenes. El peli- gro de este fenómeno radica en la contradicción que pueden encontrar los más jóvenes entre las posibilidades que se les brindan socialmente hoy y el futuro al que se ven abocados, a tenor de la representación que la televisión ofrece de la edad. Esta contradicción puede generar confusión o desánimo ante los retos pro- fesionales e intelectuales y los atractivos proyectos de vida a los que potencial- mente pueden aspirar. La reproducción de los roles sociales condicionados por la edad y el sexo, supone la no superación del trato discriminatorio, manteniéndo- se una inercia social plagada de prejuicios, limitaciones y exclusiones. Betty Friedan (1994) se pregunta por qué no se ofrecen imágenes de la vejez con las que las mujeres y los hombrés puedan identificar a la persona que son ahora y sentir una proyección en el tiempo reconfortante. En la publicidad no aparecen personas claramente mayores que lleven vidas activas y ^ tiles. De la imagen de la vejez como decadencia y deterioro no emana nada atractivo ni dese- able, sino algo que se tiende a rechazar. Se trata de imágenes desfavorables que se han convertido en una amenaza a la que hay que temer. Así pues, para dar una imagen suficientemente verdadera de la vida actual, son necesarios modelos ade- cuados que sirvan de ejemplos de vida y eviten el miedo que las personas jóve- nes y mayores puedan sentir hacia la vejez.

Notas

Han colaborado en las tareas de vaciado y consensuado de este trabajo: M. del Arbol, A. Carrillo, J. M. Castro, C. Gálvez, A. Guerra, S. Guzmán, M. L. Luengo, C. Pijuán, V. Reyes y M. Rodriguez.

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"La mires como la mires, no las verás".
El doble estándar del envejecimiento
en la publicidad televisiva
ANNA FREIXAS
Universidad de Cárdoba
Resumen
Se analiza la imagen que la publicidad televisiva presenta de las personas mayores, atendiendo a las diferencias
por razdn de sexo. Observándose que: I) se produce una clara ocultación de las personas mayores, especialmente de las
mujeres; 2) se reflejan profundos prejuicios estéticos
que peypenjun
el doble estándar del envejecimiento seg
^
n el cual
mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen; 3) se consolidan los estereotipos sociales más arraigados: las
mujeres dependientes, pasivas, sin actividad laboral y los hombres carentes de cualidades para la vida cotidiana y 4)
se tnarcan límites de edad y sexo muy estrechos que no refIejan la realidad de una poblaciiin activa y abierta a nue-
vas formas de vida.
Palabras clave:
Publicidad y género, envejecimiento y publicidad, televisión, prejuicios hacia el envejecimiento.
"No matter how you look at it, you
won't see them". The double stand-
ard of aging in television advertising
Abstract
This paper analyses the image of aging people presented by television advertising, facusing particularly on sex dif-
ferences. Some observation are made: I) there is a clear concealment of aging people, particularly women; 2) adverti-
sing reflects deeply rooted aesthetic prejudices which
poauate
the double standard of aging, according to which men
mature, while women age; 3)TV ads consolidate the most strongly established social stereotypes: women are dependent,
passive and do not work for a living, while men lack the qualities needed for everyday life, and 4) it sets out very
narrow limits of age and sex that do not reflect the realities of an active population that is
open
to new lifestyles.
Keywords:
Advertising and gender, aging and advertising, television, ageism.
© 1998 by Fundación Infancia y Aprendizaje
Comunicación y Cultura,
1998, 3, 29-40