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Época colonial

Epoca colonial hasta 1760
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Historia Antigua (His0406)

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BERNARDOGARCÍAMARTÍNEZ

LA SEGUNDA GRAN ETAPA DE LA HISTORIA DEMÉXICOes la época

colonial. Tal definición corresponde a los años de la domina- ción española, en los que el país (ya se le puede llamar así) adquirió unidad política bajo el nombre de Nueva España. Por esa razón se ha considerado tradicionalmente que la época co- lonial, también llamada novohispana, dio inicio tras la caída de México-Tenochtitlan en 1521 y concluyó con la proclama- ción de independencia tres siglos después. Pero tal precisión cronológica es válida sólo en lo relativoa la existencia formal de Nueva España como unidad política y no es aplicable a otros aspectos. En lo económico y social, por ejem- plo, o en lo demográfico y cultural, no se puede hablar de un periodo que empezara en 1521 y terminara en 1821. En estas cuestiones sería improcedente tratar de señalar fechas precisas. La economía de mercado, por ejemplo, se fue transformando paulatinamente a medida que los españoles expandían sus ac- tividades comerciales, agropecuarias y mineras a lo largo del sigloXVI, pero la economía de subsistencia de los tiempos pre- hispánicos persistió a su lado, y tanto una como otra pasaron

Traslado de la imagen y estreno del santuario de Guadalupe (detalle),Manuel de Arellano, óleo sobre tela, 1709. Colección particular.

por los años de la independencia sin alterarse en lo esencial. Sí hubo una sacudida económica a principios del sigloXIX, pero la causa principal fue la acometida fiscal emprendida por Espa- ña en 1804. La población experimentó un drástico descenso demográfico entre 1519 y 1575, tras lo cual pasó a unos años de relativa estabilidad y luego a un periodo de crecimiento que se vio alterado hacia 1736, pero no en 1821. La historia am- biental, que estudia el impacto humano sobre el medio físico, reconoce que la conquista ocasionó cambios muy importantes en el paisaje mesoamericano –como ocurrió con la introduc- ción de la ganadería–. Pero para la historia ambiental el finde la época colonial no tiene un significado especial, y en cambio le resulta más importante señalar un límite cronológico hacia 1780, cuando se inició el corte de madera en gran escala para la construcción naval, o hacia 1880, cuando los ferrocarriles provocaron cambios muy profundos en el uso del suelo. Resultado de lo anterior es que la época colonial puede aco- modarse entre distintos límites temporales según de lo que se trate. Las fechas iniciales no varían mucho porque coinciden

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con un momento en que casi todo el mundo experimentó las grandes transformaciones que siguieron a los viajes de Colón y los sucesivos contactos e intercambios de Europa, África, Asia y América. Pero las fechas finales son muy dispares porque los cambios involucrados no calaron tan hondo o no coinci- dieron en el tiempo. Puede convenirse, sin embargo, en que hubo importantes transformaciones de diversa índole –políticas, sociales, económicas, culturales– que se iniciaron más o menos hacia 1760. Ésta es una fecha aceptable para poner fin a esa etapa de la historia de México que se inició cuando los espa- ñoles llegaron a tierras mesoamericanas. La seguiremos lla- mando colonial por costumbre y conveniencia, a sabiendas de que excluimos los últimos cincuenta o sesenta años de la do- minación española. Éstos pueden considerarse en un conjunto aparte que abarca también –a pesar de la ruptura política– los años posteriores al proceso de la independencia.

EL PERIODO FUNDACIONAL, 1519-

La irrupción de los conquistadores, 1519-

El inicio de la época colonial estuvo asociado a una serie de acontecimientos muy llamativos que comenzaron con la llega- da de los españoles y su primera penetración en Mesoamérica. Con ello empezó la conquista, término que debe entenderse no sólo como el desenlace de una victoria militar sino como un complejo proceso de enfrentamientos y acomodos que se pro- longó hasta alrededor de 1560. La conquista, entendida así, cubrió poco más de cuarenta años (repartidos en una fase ini- cial y otra de consolidación), tras los cuales hubieron de pasar todavía otros cincuenta para que el producto de la conquista, o sea Nueva España, dejara atrás los años formativos de su periodo fundacional para entrar en una fase de madurez. Antes de entrar en el detalle de los acontecimientos iniciales debe hacerse una reflexión sobre el contexto en que ocurrieron.

Descubrimiento del estrecho de Magallanes en 1520,litografía, sigloXIX. Colección particular. Páginas siguientes:Typvs Orbis Terrarvm,Abraham Ortelius, 1592. Colección particular.

Este asunto nos remite a la expansión de la economía y la cultu- ra europeas a partir de las exploraciones marítimas portuguesas que, desde mediados del sigloXV, llevaron al establecimiento de enclaves comerciales en algunos puntos de las costas de África, India y el Sudeste asiático, así como a la ocupación de Cabo Verde, las Azores y otras islas del Atlántico. Estos movimien- tos estuvieron alentados por la demanda europea de especias y sedas, y en el caso de las islas por el interés en sembrar caña de azúcar. Como algunas de estas islas estaban deshabitadasy en otras la población nativa fue diezmada, la economía azuca- rera fue construida sobre la base del trabajo esclavo. Así, el primer movimiento significativo de población que ocurrió en este contexto fue el de los esclavos africanos de las costas de Guinea y Angola comprados por los portugueses, y a veces cap- turados por ellos mismos para trabajar en esas islas. Las activi- dades de los portugueses fueron copiadas por sus vecinos los castellanos en las islas Canarias. El deseo de los reyes de Castilla y León por participar de manera más activa en los circuitos comerciales que se estaban formando fue lo que los llevó en 1492 a financiar el viaje de Cristóbal Colón en busca de la India, con los resultados que son bien conocidos. La ocupación española de las islas del Caribe, especialmente Cuba, Jamaica, Santo Domingo y Puerto Rico, fue en buena medida réplica de la experiencia de las Canarias: ocupación violenta, producción de azúcar, colapso de la pobla- ción nativa, e introducción de esclavos africanos. Hubo sinem- bargo algo diferente, y fue el interés castellano por emigrar a esas nuevas tierras, formar asentamientos fijos y con gobierno formal, crear un cierto orden jurídico, mantener lazos cons- tantes con la tierra de origen, trasladar ganadería y diversas actividades agrícolas, en fin, reproducir en lo posible el entorno cultural y social de Castilla. Esto se explica porque esta región tenía un crecimiento demográfico alto y una economía incapaz de satisfacer las necesidades de gran parte de su población. Luego fueron los portugueses quienes siguieron los pasos delos castellanos, reproduciendo el proceso en las costas de Brasil.

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1 El uso del nombre España y del gentilicio españoles en el contexto de los siglosXVIyXVII es relativamente inexacto, porque las diversas monarquíasde la Península Ibérica man- tenían su individualidad y no existía un “reino de España”. Casi siempre que se habla aquí de España se trata del reino de Castilla, y los españoles son castellanos (o bien extreme- ños o andaluces, que eran súbditos de la misma corona), pero no, por ejemplo, aragone- ses o catalanes. Hecha esta aclaración, debe observarse quedesde la perspectiva americana, y sobre todo desde la Nueva España, la referenciaa España y los españoles es justificable y se ha hecho de este modo desde el sigloXVI.

Estos acontecimientos, que siguieron a la expulsión de los musulmanes de la Península Ibérica, coincidieron en 1492 con la consolidación de la monarquía en las coronas de Castilla y Aragón, reafirmada al poco tiempo con el ascenso al trono de Carlos I de Habsburgo, de la Casa de Austria, que fue al mismo tiempo, con el nombre más difundido de Carlos V, emperador de Alemania. Respaldada por su unificación, por la fuerza po- lítica de su nuevo rey y por las ventajas económicas obtenidas de América, España se encaminaba a ser la potencia domi- nante del mundo europeo. 1 Este prospecto se hizo realidad con la conquista de México y luego con la de Perú, resultado del avance de los españoles más allá de las islas, es decir, en el continente propiamente dicho. Al mismo tiempo el Continente Americano, aún no llamado de este modo pero sí definido como Nuevo Mundo, empezaba a participar de un circuito de intercambios que poco a poco iba abarcando todo el planeta. Estos intercambios involucra- ron personas, animales, plantas, metales, manufacturas y todo lo asociado a ello, desde las enfermedades hasta la cultura. Naturalmente, tales movimientos se manejaron de modo de satisfacer prioritariamente los intereses europeos, o españoles en particular, y de ello derivó la situación colonial de depen- dencia que marcó a América en los siglos por venir. Tal es, a grandes rasgos, el contexto en que ocurrieron los acontecimientos asociados al inicio de la época colonial en México. Éstos, ya en concreto, tuvieron su origen en Cuba, donde los españoles tenían casi veinte años de haberse esta- blecido. Deseando expandirse, organizaron varias expediciones. Una de ellas, encabezada por Francisco Hernández de Cór-

doba, los condujo en 1517 a la costa de Yucatán. Esta expedi- ción, que más bien fue un viaje de exploración, dio lugar al pri- mer contacto entre el mundo europeo y el mesoamericano. A esta primera expedición siguió otra y a continuación una tercera en la que ya eran claros los propósitos de conquista, asunto que implicaba precisar (entre los españoles) diversas cuestiones jurídicas que definieran y regularan los privilegios o derechos a que aspiraban los conquistadores. Esta tercera expedición, organizada por Hernando Cortés, se desprendió de su tronco cubano en 1519 mediante el recurso de fundar una población –Veracruz– y erigirle uncabildo(ayuntamien- to o cuerpo de gobierno local según la tradición castellana). Así pudo justificar y organizar de manera autónoma su incur- sión al interior. El avance, que tuvo algunos episodios militares, llegó a su clímax con la entrada de los españoles en México-Te- nochtitlan a fines de ese mismo año. Para lograr sus metas Cor- tés se sirvió de varias maniobras políticas, y especialmente de una alianza que celebró con los señoríos tlaxcaltecas. Cabe recordar que Mesoamérica comprendía por entonces centenares de señoríos, es decir, pequeños estados o cuerpos políticos que disfrutaban de diferente grado de autonomía náhuatl se les llamabaaltépetl. Aunque el concepto tenía equi- valentes en otras lenguas indígenas, la palabra náhuatl era la más difundida; luego, los españoles la tradujeron comopueblo de indios. Casi todos estaban encabezados por un gobernante o “señor” hereditario, que de hecho era un pequeño rey y el personaje que encarnaba la legitimidad política (tlatoanien náhuatl, que los españoles tradujeron comocacique). Los se- ñoríos eran las unidades básicas de la organización política prehispánica. Muchos eran tributarios de la Triple Alianza (la estructura imperial entonces dominante), pero otros, comolos tlaxcaltecas, eran independientes. La entrada de los españoles en México-Tenochtitlan, si bien pacífica en lo formal, se convirtió a los pocos días en una ocu-

Carlos V(detalle), anónimo, óleo sobre tela, sigloXVI. Museo Nacional de Historia. Conaculta-INAH.

con esta idea los conquistadores decidieron reedificar la derro- tada y semidestruida ciudad de México para erigirla como capital de la nueva conquista (soslayando los problemas deri- vados de su ubicación lacustre). Al margen de estas medidas de enorme contenido simbólico, la instauración de tal gobierno implicó la conformación de diversos cargos y funciones, espe- cialmente en cuanto a recaudación fiscal y administración de justicia, asuntos de gran importancia para la corona. Ésta,por su parte, consideró pertinente desligar ciertas provincias o regiones de la esfera de poder de México, de modo tal que dispuso la creación de gobiernos aparte en Pánuco (sólo por breve tiempo), Guatemala (desde 1527) y Yucatán (de 1527 a 1549 y de nuevo a partir de 1565). Simultánea a lo anterior fue la llegada de numerosos espa- ñoles que desde 1522 o 1523 hicieron sentir su presencia cada vez más numerosa. Se les llamópobladorespara distinguirlos de los conquistadores militares, con quienes tuvieron forzosa- mente que acomodarse aunque poco a poco sus intereses fueron divergiendo. Unos y otros, pero sobre todo los pobladores, se abocaron a fundar varios centros de población (que formali- zaron erigiendo un cabildo en cada uno) y a establecer lazos comerciales tanto internos como con las Antillas y España. También activaron el traslado de animales, plantas y objetos europeos a Nueva España, así como la difusión de prácticas ganaderas, agrícolas y manufactureras. Con ello se sembraron las semillas de lo que habrían de ser, con el tiempo, regiones bien definidas y culturalmente hispanizadas, como ocurrió, por ejemplo, alrededor de la más relevante de esas fundacio- nes, la de la Puebla de los Ángeles en 1531. No menos importante fue, dentro de todo el contexto citado, el arribo de frailes de las órdenes mendicantes (franciscanos, dominicos y agustinos) a partir de 1524, y el paulatino estable- cimiento de susdoctrinaso bases de evangelización y adminis-

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Frailes agustinos en el convento de Culhuacán, anónimo, pintura mural, sigloXVI. Conaculta-INAH.

anterior fue una etapa tranquila, pero, aun así, de gran efer- vescencia. Los párrafos siguientes resumen lo más relevante de esos años. En primer lugar, y de manera muy general, debe anotarse la instauración de un periodo de paz. Esto fue consecuencia del fin de las casi constantes guerras entre los señoríos, de la conclusión de los aspectos militares de la conquista, y del cese de las pugnas armadas entre los españoles, pero también se debió al acierto de haberse recurrido al sistema de dominación indirecta referido atrás. Excepciones a esta cronología se die- ron en Yucatán, donde el proceso de la conquista fue más tar- dío y dilatado, y en Nueva Galicia, donde la agresiva política de Guzmán provocó la sangrienta rebelión de los caxcanes, o guerra del Mixtón(1540-1542, al norte del actual Jalisco). Un segundo aspecto de la consolidación de la conquista se hizo patente, paradójicamente, en el desplazamiento de los conquistadores de las posiciones formales de poder y su rem- plazo por funcionarios letrados (o al menos de comporta- miento más civilizado) en las esferas más altas del gobierno. Esto, que equivalía al establecimiento de un gobierno civil, pro- vocó resentimiento entre los conquistadores, pero la corona se impuso y se hizo representar a partir de 1535 por la figura de más autoridad que se pudo encontrar: un virrey (literalmente, un vice-rey). La mayoría de los virreyes habría de provenir de la alta nobleza castellana. La consolidación de la conquista se dejó ver también en el acomodo de los señoríos –las unidades básicas de la organiza- ción política prehispánica– al sistema colonial. Se trata de un proceso complejo que se vio influido por diversas circunstan- cias, entre las cuales la de mayor relieve fue una nueva gran epidemia que se presentó a partir de 1545. Esta vez fue de sa- rampión, otra enfermedad igualmente desconocida en tierras mesoamericanas, que causó un segundo y probablemente más devastador desplome de su población. Independientemente de esta tragedia, el acomodo de los se- ñoríos al sistema colonial implicó cambios profundos que pueden

que los empleados por Cortés. Ansioso de deslindarse de Nueva España, bautizó a sus conquistas comoReino de la Nueva Ga- liciay les dio un gobierno propio en 1531. Pero éste, si bien for- malmente reconocido por la corona, no llegó a afirmarse como algo completamente independiente del de México.

La consolidación de la conquista (1530-1560)

De 1530 a 1560 aproximadamente tuvo lugar lo que puede llamarse la consolidación de la conquista. Comparada con la

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Nova Hispania et Nova Galicia,sigloXVI. Colección particular.

gún el caso, en la población ordinaria. Por lo regular los nobles y principales estuvieron exentos de estas cargas, e igualmente sus dependientes personales (mayeques), que en algunos pue- blos eran casi tan numerosos como los tributarios formales (macehuales). La tercera medida fue inducir o presionar a los pueblos de indios a congregar a sus habitantes en asentamientos de tipo urbano –el origen de los poblados con plaza central, iglesia prominente y calles rectas, tal como subsisten hasta la fecha–. Por lo regular, en cada pueblo de indios se formaron varias localidades con estos rasgos, la principal de las cuales se deno- minócabeceray las otrassujetos. Esto, en los primeros años, no se logró sino muy lentamente, pero al final fue uno de los factores que más pesaron en el acomodo de los pueblos de in- dios al sistema colonial y en su gradual transformación.

entenderse, hasta cierto punto, como el precio que tuvieronque pagar por su subsistencia. Entre los señoríos había enormesdi- ferencias que reflejaban su compleja y variada historia prehis- pánica, pero los españoles se propusieron borrarlas –en parte por su incapacidad de comprenderlas y en parte por su deseo de homogeneizar el panorama novohispano–. Para lograr este fin tomaron varias medidas. La primera fue imponer a los señoríos una organización cor- porativa inspirada en los cabildos castellanos, lo cual tenía cierta lógica dado que unos y otros eran reconocidos como cuer- pos políticos con personalidad jurídica, términos territoriales y relativa autonomía. Parte de este acomodo se reflejó en el hecho de que a los señoríos se les redefinió, como ya quedó dicho, bajo el concepto depueblos de indios(aunque también se con- servó la forma náhuatlaltépetly los equivalentes en otras len- guas). Los cabildos de los pueblos de indios fueron denominados cuerpos de repúblicae integrados con alcaldes y regidores más o menos a semejanza de sus contrapartes españolas. Tales car- gos estuvieron reservados a personajes nobles o de linaje ilustre (los llamadosprincipales), y un puesto adicional, el de gober- nador, se destinó a los caciques. Se diseñó un sistema restringido de elecciones para permitir la rotación de diferentes grupos o intereses, y también se fomentó la creación de una tesorería ocaja de comunidad, si bien ésta no adquirió sentido sino po- co a poco, conforme se generalizaba el uso de la moneda. Dependiendo del caso, todo esto pudo significar poco más que un cambio de nombre frente a las prácticas prehispánicas, o bien una transformación verdaderamente conflictiva. La segunda medida fue uniformar las cargas tributarias buscando el ideal de que cada cabeza de familia de un pueblo de indios pagase a su encomendero, o en algunos de ellos di- rectamente a la corona, un peso y media fanega de maíz al año o su equivalente (esto sin contar otras cargas locales que sub- sistieron). Los ajustes llevaron mucho tiempo (pues, una vez más, primero tuvo que generalizarse el uso de la moneda) y, como era de esperarse, sus efectos fueron muy diferentes, se-

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Tlacos (monedas coloniales),sigloXVI. Museo Nacional de Historia. Conaculta-INAH.

delimitadas por sus respectivos obispados. De estas áreas se derivarían, tiempo después, varias de las intendencias de la época colonial tardía y luego los estados de la República. Concomitante con lo anterior fue el surgimiento del mesti- zaje tanto en su expresión biológica como en la cultural. Aun- que por parte de algunos (especialmente los frailes) hubo oposición al contacto entre indios y españoles, y aunque la le- gislación recalcó siempre la diferencia entre unos y otros,el hecho fue que las dos poblaciones establecieron pronto una estrecha relación. Las relaciones sexuales informales fueron mayoría, pero también hubo matrimonios reconocidos, sobre todo entre españoles e indias de buena posición. Ya para 1550 el náhuatl y otras lenguas se daban con fluidez entre muchos pobladores españoles. En contrapartida, no pocos caciques y nobles se hispanizaron prontamente, y algunas escuelas reli- giosas pusieron aspectos sofisticados de la cultura europea, como la retórica latina, al alcance de las elites indígenas (si bien sólo por un breve tiempo). Además, debe añadirse a esto la incorporación de un numeroso contingente de africanos (unos 15 000 a mediados del siglo) traídos a Nueva España como esclavos. En su gran mayoría eran varones y su mezcla con las indias fue inmediata. El desarrollo del mestizaje corrió parejo con la introduc- ción de actividades económicas nuevas en el contexto mesoame- ricano, cuyos efectos se dejaron sentir tanto hacia el interior como hacia el exterior. Dentro, su detonante estuvo en la ga- nadería (sobre todo la cría de vacunos y ovinos), la producción de trigo y azúcar, la cría del gusano de seda y la explotación de minas de plata –todo lo cual llevó a profundas transformaciones de índole ambiental; fuera, en el comercio con España y Perú, que involucraba el intercambio de plata, colorantes y manu- facturas (textiles, herramientas, muebles)–. Al mismo tiempo surgió un mercado de trabajo (sobre todo en los medios urba- nos), se crearon nuevos medios de transporte (con la arriería como práctica dominante), y se difundió el uso de la moneda, acuñada en México desde 1536. Con ello se sembró el germen

va España estableció muy pronto enlaces con Perú sirviéndo- se de puertos como Huatulco y Acapulco. A pesar de las restricciones, la inmigración de pobladores españoles fue considerable y los llevó a sumar unos 20000 a mediados del siglo. Se concentraron principalmente en regiones del interior (donde establecieron ciudades como Antequera de Oaxaca y Valladolid de Michoacán), evitando las zonas serra- nas y costeras. Junto con México y Puebla (más Guadalajara en Nueva Galicia y Mérida en Yucatán) esas ciudades se con- solidaron como centros económicos y de poder. En cada una se establecieron un cabildo y una catedral con su respectivo obispo (y otro cabildo, el eclesiástico), se levantaron edificios de tipo europeo y se desarrollaron estilos culturales propios. La ciudad de México se mantuvo a la cabeza, no sólo por su primacía política sino también por su importancia económica y cultural (abrió su propia universidad en 1553), pero todas las ciudades por igual extendieron su influencia sobre áreas equiparables

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Sistema de trituramiento utilizado en los ingenios, grabado, sigloXVI. Colección particular.

Para construir el país, sin embargo, hubo muchos proyec- tos, tantos como los variados intereses que esto despertó. Los españoles, en su mayor parte, se identificaron con alguno de tres proyectos principales. Uno era el directamente emanado de la experiencia de los primeros contactos y tenía su punto clave, como se explicó, en un sistema de dominación indirec- ta fundado en la subsistencia de los señoríos prehispánicosy en el que las piezas clave seguirían siendo los encomenderos, re- ligiosos y caciques. En otras palabras, Nueva España debía consolidarse como una sociedad de corte señorial, cerrada y conservadora, en la que el poder y la toma de decisiones reca- yeran en esos personajes privilegiados. Además, argüían ellos,

de una economía capitalista y se introdujo a Nueva España en los circuitos mundiales de intercambio. La demanda de una creciente población española y la aper- tura de nuevos circuitos comerciales alentaron el surgimiento de un tipo especial de empresas agropecuarias dotadas de sólida infraestructura, mano de obra residente, rigurosa organización y un claro propósito de lucro. Los ingenios de azúcar de los alrededores de Cuernavaca, cuya fuerza de trabajo originales- tuvo constituida en gran parte por esclavos de origen africano, fueron el primer ejemplo de ello. En estas empresas puede verse una forma embrionaria de lashaciendasque tanta significa- ción habrían de tener en el medio rural novohispano. El último rasgo que debe asociarse a la etapa de consoli- dación de la conquista fue el comienzo de la expansión al Norte. Ésta se inició con diversas incursiones o exploracio- nes, algunas de ellas alimentadas por la ilusión de encontrar las riquezas que se atribuían a unas imaginarias “siete ciudades de Cíbola” situadas en algún lugar del centro del continente, pero su gran detonador fue el descubrimiento de minas de pla- ta en Zacatecas, dentro del territorio de Nueva Galicia, en 1548. Este hecho atrajo a dicha localidad y a su entorno (áreas previamente ocupadas sólo por tribus de cazadores y recolec- tores) gran cantidad de pobladores de todo tipo, lo que propició el tendido de caminos, la apertura de áreas de cultivo, y una llamativa expansión de la ganadería.

* * *

Cierto que en la mayor parte de Nueva España se instauró la paz, mas esto no significaba ausencia de conflictos: los hubo, y muy intensos, sólo que se dirimieron sin mucho escándalo. Mientras que en los años anteriores se vivieron las circunstan- cias del contacto indoespañol, de 1530 a 1560 el tema domi- nante fue convertir Nueva España en algo más que un sueño de conquistadores.

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Encomenderos,enCódice Osuna, sigloXVI. Biblioteca Nacional de Madrid.

borar sus propios esquemas de ocupación y a la creación en 1562 de un gobierno separado para las áreas más al norte de Zacatecas. Este gobierno, elReino de la Nueva Vizcaya(equi- valente en su origen a los actuales Durango, Chihuahua, Sonora y la mayor parte de Sinaloa), guardó cierta apariencia de auto- nomía pero de hecho fue una extensión de la Nueva España propiamente dicha y salvaguarda de sus intereses. Hacia el mismo fin apuntó la creación de gobiernos separados para distinguir otras zonas, que se ocuparon después conforme a los lineamientos del gobierno virreinal: Nuevo León y Nuevo México. Todas estas divisiones jurisdiccionales subsisten en lo esencial hasta hoy. La incorporación política, social y económica de las áreas ocupadas durante la fase preliminar de la expansión al Norte tuvo por resultado inmediato el crecimiento de la parte medu- lar de Nueva España. Lo significativo del caso es que estas áreas, originalmente ajenas al espacio mesoamericano, dieron forma en poco tiempo a la más dinámica –y a su tiempo la más rica– de las regiones novohispanas, la que se habría de cono- cer como el Bajío. Muchos de los numerosos asentamientos fundados en este lugar conformaron el modelo de la hacienda o empresa agropecuaria, que fungió aquí como elemento bá- sico de la colonización. La expansión estuvo acompañada de un frenesí de funda- ción de nuevas ciudades tanto en el Bajío como en el Norte: Durango (1563), Santa Bárbara (1567), Jerez (1569), Celaya (1571), Zamora (1574), Aguascalientes (1575), León (1576), Saltillo (1577), San Luis Potosí (1592), Salamanca (1602), Santa Fe (1609) y otras que con el tiempo perdieron impor- tancia pero que aún subsisten. También hubo fundaciones hechas en estas partes del país por grupos indígenas prove- nientes de Tlaxcala y Michoacán a partir de 1591. Con la irrupción de los españoles en el Norte se desató un nuevo ciclo de violencia, el cual, aunque de baja intensidad, fue el más dilatado que se vivió en la etapa colonial. Se trata de laguerra chichimeca, como se denominó a una sucesión de

a que se tomara como parte de un movimiento contra los en- comenderos. El proyecto de la corona disfrutó de circunstancias favora- bles porque el dinamismo económico y la expansión al Norte brindaban válvulas de escape que tranquilizaban a los más ambiciosos y descontentos. Esto también evitó enfrentamientos graves y recurrentes con los pueblos de indios, probablemente inevitables de haber sido más escasos los recursos disponibles. La expansión, por ejemplo, abría espacios para grandes ex- plotaciones ganaderas. Aun los indios encontraron ventajas en el dinamismo y el crecimiento del país, de modo que algunos, aprovechando la demanda de trabajo y una libertad indivi- dual que nunca antes habían tenido, se mudaron a las ciudades o se desplazaron al norte. Las oportunidades eran también aprovechadas por los mestizos, entre quienes resultaba común una innata flexibilidad cultural que les permitía acomodarse en casi cualquier lugar.

La conclusión del proceso fundacional (1560-1610)

La corona logró afianzar sus proyectos y su sistema de gobierno entre 1560 y 1610 aproximadamente. Estas fechas encierran acontecimientos variados y de gran complejidad, muchos de los cuales abrieron perspectivas inéditas para Nueva España. Así, en cierta medida esta etapa deja ver un anticipo del futuro con más claridad que las anteriores. No obstante, lo que mejor define esos acontecimientos es el hecho de que, en conjunto, contribu- yeron al cierre del proceso fundacional de Nueva España. El principio de esta etapa estuvo marcado por el despegue de la expansión al Norte, o Tierradentro, como se le llamó en- tonces. Su mayor incentivo fue el hallazgo de minas de plata, que rindió beneficios económicos inmediatos, aunque tam- bién estuvieron en juego intereses agrícolas y ganaderos. La posibilidad de que todo ello beneficiara a Nueva Galicia en menoscabo de la ciudad de México movió a los virreyes a ela-

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El conflicto sólo terminó cuando el virrey marqués de Villa- manrique desarrolló una política de paz a partir de 1585, si bien para entonces muchas tribus habían sido extinguidas. Aun así, la violencia fue común en el Norte. No mucho tiempo después estallaron rebeliones que involucraron a las poblaciones norteñas sedentarias (como ocurrió con los acaxees en 1600 y los tepehuanes en 1616). Estos años fueron desastrosos para la población indígena en general –no sólo la del Norte–. Una tercera gran epidemia, probablemente de tifo (1576-1581), le dio el último golpe de- mográfico, dejando su cifra total en menos de dos millones y causando la destrucción final y definitiva de numerosos pue- blos de las zonas bajas y costeras. La población aún habría de disminuir un poco durante las décadas siguientes, para luego recuperarse de manera muy lenta. Pero los días en que el mundo de los españoles podía haberse visto ahogado por una abru- madora mayoría de población indoamericana quedaron atrás. Hacia 1600, y sin tomar en cuenta diferencias regionales, uno de cada cuatro o cinco habitantes de Nueva España era espa- ñol o estaba asimilado a su cultura. La proporción era mayor en Nueva Galicia, mas no en Guatemala, Yucatán y las provincias norteñas, donde la presencia española era comparativamente más tenue. El descenso demográfico tuvo diversas consecuencias en otros ámbitos. La más llamativa fue el gradual desplazamiento de encomenderos, doctrineros y caciques, pues se vieron afecta- dos en su poder y sus ingresos. Por lo que toca a los primeros, el relevo generacional hizo fácil desplazarlos de sus posiciones, tras lo cual el cobro de los tributos de casi todos los pueblosde indios pasó a manos del gobierno. Los frailes doctrineros (cuyas órdenes religiosas entraron en una fase de declive) fueron rem- plazados gradualmente por clérigos seculares dependientes de los obispos. Los caciques, marginados y empobrecidos, no pudie- ron enfrentar el surgimiento de nuevos grupos de poder dentro de sus pueblos, y para principios del sigloXVIIquedaron exclui- dos de la mayoría de los cuerpos de república.

enfrentamientos con las tribus seminómadas de Tierradentro que actuaban de manera independiente y lanzaban incursio- nes aisladas. Esta situación tal vez no se hubiera dado de haber sido posible la reproducción del sistema de dominio establecido en el área mesoamericana, pero la enorme desigualdad cultu- ral de las tribus frente a los españoles, la ausencia entre aqué- llas de una organización política estable y un sistema tributario, la desmedida ambición de los nuevos ocupantes, y su interés por capturar a los nativos como esclavos (algo ostentosamente notorio en Nuevo León) impidieron lograr una solución via- ble. El gobierno trató de imponerse estableciendo puestos mili- tares o presidios, lo que ayudó a lograr un poblamiento controlado pero también generó una mayor espiral de violencia.

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Mexico or New Spaine, John Seller, sigloXVII. Colección particular.

Los hechos anteriores dejan ver que las circunstancias de lacon- quista quedaban atrás y en su lugar aparecía un verdadero sis- tema de dominación colonial. Cobraba forma una política de explotación de recursos concebida globalmente y ajustada alas realidades, complejidades e intereses del mundo de los españoles, lejos de los ámbitos restringidos e inestables de conquistadores y encomenderos, lejos también de las preocupaciones que po- nían a los indios en el centro de los proyectos e ideales americanos, como cuando se trazaron los lineamientos originales de la evan- gelización. La segunda mitad del sigloXVIvivió el traslape del feneciente mundo de la conquista, tan anclado en el pasado español como en el prehispánico, con las primeras manifesta- ciones de un orden esencialmente nuevo. La personalidad de Nueva España descansaba en gran me- dida en muchas continuidades del pasado prehispánico, pero esto no significaba permanencia estática. Ya se habrá advertido la fractura de algunas de esas continuidades, como por ejemplo en la decadencia de los caciques. Por encima de ello, las trans- formaciones se iban acumulando para dar lugar a un mundo que, al iniciarse el sigloXVII, se había alejado notablemente de su pasado. Nueva España tenía tras de sí noventa años de una experiencia que, en lo esencial y desde el punto de vista español, había sido un éxito. Los problemas frente al mundo prehispá- nico, como la sujeción política, el dominio económico, la convi- vencia física, la conversión religiosa y otros, no habían sido totalmente resueltos pero sí superados, y los inherentes a la si- tuación colonial en sí, como aquellos que los españoles crearon y seguían creando entre ellos mismos, habían sido afrontados con medidas que permitían considerarlos, si no superados, al menos bajo control. Quienes sigan la perspectiva de una histo- ria nacional podrán vislumbrar los rasgos esenciales de todo el conjunto del país que se haría independiente en 1821, especial- mente si se toma en cuenta la expansión al Norte. Es de destacarse la posición que Nueva España estaba ocu- pando en el mundo. Su producción de plata (al igual que la de Perú) se desparramaba no sólo por España sino por gran par-

de llegar al Asia a través del Pacífico. Finalmente lograronsu meta, lanzándose desde el puerto de Navidad en 1564, abrien- do una ruta practicable y estableciéndose en Manila en 1571. Con las Filipinas, que surgieron como dependencia de Nueva Es- paña, el comercio por el Pacífico adquirió nuevas dimensiones. Decenas de juncos chinos procedentes de Cantón llevaban a Ma- nila especias, sedas y porcelanas que los españoles compraban con plata mexicana y embarcaban a Acapulco sirviéndose de un sistema de galeones anuales reglamentado por la corona. Acapulco era también un punto de enlace con el comercio peruano y, como éste había llegado a ser casi tan próspero co- mo el novohispano, los intercambios por el Pacífico tuvieron un crecimiento exponencial. A fines del sigloXVIsu valor llegó a ser muy superior al de los que había entre Veracruz y Sevilla. Pero como esto competía con los intereses peninsulares, la co- rona procedió a limitar los intercambios de Perú con México y los prohibió en 1631. Ocho años después los volvió a permitir pero con la condición de no transportar mercancías chinas. En Nueva España el desarrollo comercial que se ha referi- do estuvo acompañado del nacimiento de una poderosa elite de mercaderes. Sus miembros, imitando a los sevillanos, organi- zaron su propio consulado en la ciudad de México en 1592. En sus manos quedó el manejo de los enlaces marítimos por ambos océanos, el control de las importaciones y, natural- mente, el de los precios. Se volvieron acaparadores de mercan- cías y dinero y su influencia política y poder económico crecieron constantemente. La corona fue inclinándose a prohi- bir en tierras americanas la producción de ciertos bienes de consumo (herramientas, vino, papel, textiles finos) con elapa- rente propósito de proteger a los manufactureros españoles, pero, en el fondo, no hacía sino ceder ante los intereses de los insaciables comerciantes. Éstos, no satisfechos con sus privile- gios, aumentaban sus ganancias obteniendo beneficios adicio- nales del contrabando.


148 NUEVA HISTORIA MÍNIMA DEMÉXICO ILUSTRADA

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Época colonial

Materia: Historia Antigua (His0406)

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LA ÉPOCA COLONIAL HASTA 1760
BERNARDO GARCÍA MARTÍNEZ
LA SEGUNDA GRAN ETAPA DE LA HISTORIA DE MÉXICO es la época
colonial. Tal definición corresponde a los años de la domina-
ción española, en los que el país (ya se le puede llamar así)
adquirió unidad política bajo el nombre de Nueva España. Por
esa razón se ha considerado tradicionalmente que la época co-
lonial, también llamada novohispana, dio inicio tras la caída
de México-Tenochtitlan en 1521 y concluyó con la proclama-
ción de independencia tres siglos después.
Pero tal precisión cronológica es válida sólo en lo relativo a
la existencia formal de Nueva Espa como unidad potica y no
es aplicable a otros aspectos. En lo económico y social, por ejem-
plo, o en lo demográfico y cultural, no se puede hablar de un
periodo que empezara en 1521 y terminara en 1821. En estas
cuestiones sería improcedente tratar de señalar fechas precisas.
La economía de mercado, por ejemplo, se fue transformando
paulatinamente a medida que los españoles expandían sus ac-
tividades comerciales, agropecuarias y mineras a lo largo del
siglo XVI, pero la economía de subsistencia de los tiempos pre-
hispánicos persistió a su lado, y tanto una como otra pasaron
Traslado de la imagen y estreno del santuario de Guadalupe (detalle),Manuel de Arellano,
óleo sobre tela, 1709. Colección particular.