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Arquitectura rococó en España
Asignatura: Abstracción de la Arquitectura Universal
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Universidad: Universidad César Vallejo
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Arquitectura rococó en España
El incendio del Alcázar de Madrid en 1734 llevó al entonces rey Felipe V a que
encargase un nuevo palacio. Para su ejecución, llamaron al arquitecto Filippo Juvara,
que propuso un proyecto inspirado en motivos berninescos y versallescos. La obra la
realizó su discípulo. El largo proceso de construcción permitió que la decoración
recibiese claros influjos del rococó francés. Muestra de ello es el salón de porcelanas de
dicho palacio. Otras obras que se incluyen en este estilo se realizaron en Aranjuez, el
Pardo y en algunos edificios madrileños como el convento de las Salesas Reales.
Otro de los más importantes ejemplos de arquitectura rococó en España es el palacio del
marqués de Dos Aguas de Valencia. Se trata de un edificio que en torno a 1740 sufrió
una serie de reformas en las que se le otorgó especial valor al ornato. El proyecto fue
desarrollado por Hipólito Rovira, el escultor Ignacio Vergara y Luis Domingo, y cabe
destacar la portada realizada en alabastro procedente de las canteras de Niñerola, la
vuelta de la escalera noble y la carroza de las Ninfas.
La portada cuenta, en la parte superior, con una imagen de la Virgen del Rosario, obra
de Francisco Molinelli. Desde ella descienden dos caudales de agua en referencia a los
propietarios de la propiedad. A cada lado de la puerta, dos atlantes simbolizan dos ríos,
y éstos están acompañados por motivos florales y animales.
Dentro de ese estilo rococó español desarrollado entre las clases altas de la sociedad, se
utilizan efectos de luz buscando crear escenografías y espacios teatralizados. Fuera del
ambiente cortesano, el rococó español es pobre y no puede compararse con el francés o
el alemán, aunque algunos elementos decorativos de ese carácter, conocidos a través de
estampas, pueden señalarse en arquitectos como Jaime Bort o Narciso Tomé.
Ornamentación
En cuanto a revestimientos y decoración mural, los mármoles y las grandes pinturas se
ven sustituidas por los estucos. De igual modo, comienza a darse un uso de espejos para
crear la sensación de espacios más amplios, a la vez que buscando sugerir el infinito.
Aparece en reformas de palacios, apreciable a través de escaleras, balaustradas y
vestíbulos de los salones.
En decoración interior, se suprimen las divisiones arquitectónicas de arquitrabe, friso y
cornisa. Entre los materiales más empleados destacan la madera tallada, el hierro y el
bronce, utilizado este último para la construcción de balaustradas y portales.
En el siglo XVIII, el barroco español se movía hacia un estilo más ornamentado. La
escultura, la pintura y el tallado se combinan con la arquitectura, a veces para alentar los
esquemas arquitectónicos clásicos que siguen vigentes en pisos y elevaciones. Frente al
exterior, generalmente austero, se crean interiores vibrantes. Este barroco tardío que
emplea motivos profusamente ornamentales como la hoja de acanto, de raíces clásicas,
comienza a empaparse en la década de 1730 de la influencia del rococó francés,
ejemplificada principalmente en la diseminación de un nuevo motivo decorativo: la
rocalla (rocalla francesa), que consiste de conjuntos complicados de “C” y “S” que
generan formas asimétricas y también recuerdan formas marinas. La rocalla se hizo